Será el signo de los tiempos, que todo lo que sucede me va pillando cada día más mayor, o, simplemente, que ando flotando sin rumbo en el espacio exterior como Sandra Bullock en Gravity, pero mantener los lazos con nuestra actividad cada vez me cuesta más y más.
Si os soy sincero, me siento capacitado para soltar una tanda de conferencias que intentarían aclarar cómo hemos llegado a este estado de cosas, porque lo cierto es que nuestro deporte ha dejado una larguísima hilera de miguitas de pan dibujando el trayecto. El caso es que no he nacido para conferenciante y, como en el cuento de Hansel y Gretel, el pan se lo han comido los pájaros del bosque y resulta imposible volver sobre nuestros propios pasos, lo que nos pone en que sólo me queda reír y tomarme todo a chufla, y eso, considerando que tamaña actitud me granjea muchas enemistades.
Es lunes, no hay mucho movimiento en cuanto a nuestro deporte y como tampoco quiero dejaros con la miel en los labios, diré sucintamente que vivimos cómodamente confundiendo el tocino con la velocidad porque Liberty quiere que confundamos el tocino con la velocidad y a la chavalería le produce vértigo descubrir que el tocino es una cosa y la velocidad es otra diferente.
No es un futuro maravilloso el que se extiende ante nosotros, lo admito, pero en peores plazas he lidiado y, la verdad, aún no siento que he llegado a ese puntito de ebullición que me llevará a mandar todo esto a tomar por donde amargan los pepinos.
Os leo.
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