Vale, sí, me fascinan los deportivos con motor delantero. Es una debilidad como otra cualquiera, qué le vamos a hacer...
A lo que vamos, el Aston Martin
DBR9 GT1 es la variante de carreras del
DB9, uno de los juguetes de Daniel Craig interpretando a James Bond. Diseñado por Henrik Fisker, sus primeras unidades comenzaron a
pisar la calle en 2004 y Gaydon mantuvo su producción hasta 2016, intervalo de tiempo durante el cual varios vehículos se destinaron a la competición pasando por las manos de Prodrive, licenciada oficialmente desde finales de ese mismo 2004.
Wouter Melissen fue el encargado de diseñar la fiera, empezando por aligerarla en más de media tonelada, que se dice pronto. Casi 600 kilogramos menos que facilitaron la maniobrabilidad exigida en carrera, así como que el motor de 5.935 cc, idéntico al utilizado en el deportivo, pudiera ser llevado con bastante naturalidad de los 450 caballos nominales a los más de 700 que podía arrojar en el DBR9 GT1.
Con una concepción todo abajo —mayor concentración de peso en la parte inferior para favorecer el acercamiento del centro de gravedad al asfalto— y un remarcado eje longitudinal que comenzaba en el voluminoso V12 a 60º con cuatro válvulas por cilindro y concluía con el conjunto de la transmisión y el depósito de combustible empaquetados sobre el eje trasero, el chasis se confeccionó en modo monocasco de aluminio y composite para sacar el máximo partido de sus cualidades elásticas.
Ampliación de vías, nuevas suspensiones y frenos, neumáticos ligeramente más anchos y bajos, fibra de carbono para la carrocería salvo en el techo, para el que se eligió el aluminio, bandeja aerodinámica delantera y generoso alerón trasero, et voilà, ya estaba lista una de las bestias más bonitas que han rodado en circuito...
Como podéis apreciar en la imagen que antecede al párrafo anterior, el modelo que traigo hoy a Nürbu es una preciosidad se mire como se mire.
Pertenece al catálogo IXO y, con la habitual maestría del fabricante de Macao, celebra el cuarto puesto logrado en las 12 Horas de Sebring de 2005 en su debut, con David Brabham, Stéphane Ortelli y Darren Turner al volante, lo que les supuso la victoria en la categoría GT1, y, para Aston Martin y Prodrive, el despunte de un fenómeno muy codiciado por las iniciativas privadas, que incluso mucho después de 2008, momento en que deja de evolucionarse, alegrará con su presencia las parrillas de medio mundo.
Bonito a rabiar, como decíamos al comienzo, el Aston Martin DBR9 GT1 no llegó a destacar del todo como merecía, seguramente porque se encontró en pista con otras fieras de buen calibre: Corvette, Ferrari o Porsche...
Os leo.
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