¿Te acuerdas cuando estuvimos en Madrid con vosotros?, ¿aquella conversación en que me decías que por mi energía escribiendo y hablando podía pensar en dedicarme a la política? Te contesté que no estaba para líos y a lo más que aspiraba era a vivir mi propio verano indio...
Lo estoy viviendo, Lourdes, tengo en las manos mi pequeño été indien y la verdad es que ahora mismo no sé qué hacer con él.
Huele tan bien, el sol acaricia tan cálido mi piel y la brisa me trae tantos recuerdos, que escucho tambores llamando a sacudir a los casacas rojas y no me apetece ni desenvainar el cuchillo, ni recoger del suelo el arco y las flechas, ni liberar el tomahawk del tronco de arce rojo donde lo clavo cada noche para que duerma. Para qué vestir plumas y teñirme la cara con colores de guerra si me apetece correr desnudo entre los árboles, tenderme sobre la hierba, mojarme cuando llueve, aullar o meterme en los pulmones cada amanecer.
25 de enero otra vez, corazón. Tu ausencia de nuevo aunque ya no duele, al menos como antes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario