Cuando un tipo como Adrian Sutil te llama «mierda» por haberte hecho el orejas a la hora de testificar a su favor después de haberte comprometido a ello, lo menos que se puede esperar de ti es que gastes tu vida y las siete de tu gato en desdecir al alemán con hechos, no con palabras, que siempre se las lleva el viento.
Contrariamente a este axioma que debe tener grabado en su mollera cualquiera con dos dedos de frente, Lewis no ha hecho otra cosa desde aquel lejano 2012 que profundizar en su mierdismo inherente, dando la razón a Sutil y a cuantos lo miramos de reojo fuera del coche y, desde 2017, también dentro.
Hamilton es diferente. Lejos de rehuír su mierdismo lo modela y actualiza como un alfarero hace con la arcilla. Hoy vaso, hoy vasija, hoy florero, hoy figurita de barro, hoy pienso en los aficionados y en la turrada que está dando Max Verstappen cuando yo corría con la minga fuera del habitáculo desde 2014, y gracias a que Nico Rosberg os ahorró 2016 y el holandés paró la cuenta en 2021...
Soy consciente de lo que os cuesta llamar a las cosas por su nombre, pero para esto que sigue haciendo el británico sólo hay un apelativo.
Os leo.
1 comentario:
"Ser civilizado no debe confundirse con ser amable o cortés, y mucho menos caritativo o crédulo." Llamar a las cosas por su nombre es un acto de civismo. ¡Bravo, Josete!
Publicar un comentario