Después de someternos a la terapia de consagrar la nada como «noticia», nuestra amada prensa y sus nunca suficientemente valorados representantes, insiste en su seriedad y reprueba la competencia desleal de los aprendices de brujo que siguen sus pasos.
Siempre advierto lo mismo: hay excepciones, obviamente, pero son tan escasas que se puede hablar genéricamente sin que nadie se moleste, o eso espero, que con estas cosas uno nunca sabe si pisa charco o juanete. El caso es que, de momento, Audi no ha comprado McLaren Group y Porsche no ha hecho migas con Red Bull, y, en otras coordenadas, Fernando Alonso sí tenía donde caerse, Oscar Piastri no ha acabado sustituyendo al asturiano en Alpine, y Álex Palou sigue con Chip Ganassi Racing aunque se ha sacado boleto para colaborar con Woking.
Se han vertido ríos de tinta, se han amonestado actitudes, se han aportado consejos que nadie había pedido, se han propuesto horizontes futuros de color de rosa, y, en definitiva, se ha rellenado con nada un hueco imprescindible —así lo entiendo—, a la hora de fomentar el criterio y el buen enteder del automovilismo deportivo lejos de bulos, chascarrillos y cositas sin confirmar.
Aquí hasta el más tonto hace relojes y se sabe que un reloj roto al menos clava la hora exacta un par de veces al día, pero si esto cada vez se parece más al Sálvame es quizá porque muchos de nuestros profesionales (y aspirantes a serlo) siguen buscando petróleo donde lo encuentra la tropa de Telecinco.
Os leo.
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