48 vueltas

Gracias a Dios hay vida más allá de la que nos obligan a mirar Lewis Hamilton y su corte de pichasbravas, y toca centrarse en aquellos aspectos limpios de nuestra Fórmula 1 que, así y todo, generan espectáculo sin obligar a nadie a dormir en el hospital. La Scuderia, Leclerc y Sáinz, por ejemplo.

No hemos cubierto aún la mitad del campeonato y Maranello se mantiene a 15 puntos por detrás de McLaren, con un colchón de casi 100 sobre Alpha Tauri, su inmediata perseguidora. Parece obvio que esta Ferrari no se corresponde con la que dibujaban los ex-pertos a comienzos de año. También es cierto que 2020 ha pasado una gruesa factura al equipo: el acuerdo secreto con la FIA que afectó al rendimiento de la unidad de potencia italiana, los brazos caídos de un Vettel que ya pensaba en vestirse de verde, Binotto, a quien todo parecía venirle grande...

Pero en F1 conviene centrarse en el presente, auténtico juez del esfuerzo realizado y sancionador de las expectativas que hay por delante, y aquí sólo cabe quitarse el sombrero ante el trabajo realizado por la rossa y el escenario que se abre para ella hasta Abu Dhabi: esperanzador a mi modo de ver.

Charles Leclerc lideró plenamente 48 vueltas de las 52 que componían el Gran Premio de Gran Bretaña, y sí, sin duda ayudó el accidente que provocó la bandera roja en el primer giro, aunque a la postre supuso algo más de 1 hora y 20 minutos al frente, sin fisuras.

Carlos Sáinz tuvo peor suerte. A su enredada con George Russell se sumó una pérfida parada en garajes que lastró sus opciones, pero en líneas generales, que es a lo que vamos, Ferrari estuvo suprema en tierras inglesas, que es algo que no vais a leer mucho por ahí porque la acualidad manda y ya sabemos qué actualidad tenemos.

En fin, os leo.