Tiene gracia (mucha), que los que exigían carné para hablar de Fórmula 1 en público, o negaban la voz para criticar a un tetracampeón del mundo a quien no había ganado ningún mundial ni había conducido un F1 (sic), anden ahora desmereciendo a los que escriben sobre nuestro deporte porque escribir escribe cualquiera (sic, sic, pimpampúm).
Tiene más gracia aún que sus convecinos de cueva se hayan abonado a esta triste idea. En las dictaduras no caen primero los ingenieros ni los hombres de ciencia, sucumben antes que nadie los artistas, los maestros, los escritores, los filósofos y los de letras, porque son esencialmente mucho más peligrosos.
Me pregunta un amigo: no sabe si retomar su blog, abrir un canal de Youtube o un específico en Instagram. Le contesto que haga lo que le salga de la punta del pincel pero le ruego que siga escribiendo porque tocar los cojones de los estiraditos, negro sobre blanco, es uno de los placeres que mejor pagados están. La palabra, el don que nos fue dado para decir no cuando la ocasión lo requiere y sin necesidad de llegar a las manos.
Hay mucho en esto de seres que se creen superiores que imponen sus reglas a los que que (ellos) consideran inferiores. No todo es ganar pasta o lograr que un medio te contrate. La Fórmula 1 es diversión y quien no lo entienda así está en su libre derecho de dejarse los cuernos intentándolo a su manera, pero, por favor, que nos ahorre a los demás sus monsergas, y sobre todo: que no nos aburra.
Escribir es tan fácil y tan lo hace cualquiera, que en estos momentos lo que se echa en falta, precisamente, son valientes que se atrevan a confeccionar un texto dotado de exposición, nudo y desenlace, para que luego vengan cuatro imbéciles y les digan que dijeron esto o esto otro. Faltan huevos y sobra soberbia, poca comprensión lectora y ese plus que permite a cuatro gilipollas pensar que caminan sobre las aguas cuando ni se mojan las pantorrillas.
¡Escribid, coñe!, ¡lo que os salga de los pelendengues o la conchita!, pero poneros en marcha ya porque al paso que vamos, quien va a ganar la partida va a ser el más soso de la manada.
Os leo.
¡Escribid, coñe!, ¡lo que os salga de los pelendengues o la conchita!, pero poneros en marcha ya porque al paso que vamos, quien va a ganar la partida va a ser el más soso de la manada.
Os leo.
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