El Rey no recibe

Definitivamente Lewis no tiene suerte. Le pasa como a mí los 18 de agosto, todos los 18 de agosto desde que me casé en 1986, incluso el 18 de agosto de 2017, cuatro días antes de que el primer infarto cerebral postrara definitivamente en cama a mi suegra...

Anita, así se llama la madre de Cata, siempre buscaba ocasión para encontrarse mal, para que le subiera o bajara la tensión, para sentirse triste o melancólica, en definitiva, para que mi tarta la acabara disfrutando cualquiera menos yo. Para tanto daba el tema que una vez me preguntó mi hijo: ¿qué le pasa a la abuela...? Que es 18 de agosto —contesté—, sólo eso...

Y a Hamilton le pasa igual. Para una vez que se corona pentacampeón del mundo, va y coincide con que Fernando se va y acapara un montón de portadas en los medios, y también, con que a Vettel le da por sacar a pasear la lengua para ponerse a señalar a Ferrari, y claro, desde Italia le están dando hasta en el cielo del paladar.

Seb querría poder hablar con Michael para entender mejor a Maranello, aunque yo le recomendaría que se pasara por la Toscana o el Piamonte, que compartiera pasta y vino con las gentes llanas de un país maravilloso que como pasa en España, no se merece a sus dirigentes. 

Que visitara las ruinas del Coliseo, que se dejara empapar por la obra de Da Vinci, Miguel Ángel, Donatello o Rafael, o aquel díscolo carmelita que era Fra Angelico según la Salvat del Arte. Que vistiera de Armani; que viese peliculas de Totò, Sordi y Mastroianni, y la gigantesca Sofía; que indagara en la poética perversa de Pasolini, que leyese a Lampedusa o Eco, Saba o Merini. Que en vez de conduciendo un superdeportivo se pillara un Fiat 500 de aquellos en los que se metía a duras penas Vittorio Gassman, y recorriera de cabo a rabo la bota de Europa...

Que un alemán necesite a otro alemán para que le explique de que va Ferrari es un claro síntoma de lo jodido que lo lleva el tetracampeón. La Juve, el Inter. Battiato, ¡coño!

Pero a lo que vamos: Lewis no tiene suerte. Pilla los números del Chueco y se encuentra en territorio enemigo, plagado de anomalías, como yo y mis 18 de agosto desde va para treinta y tres años.

En fin. Tenemos Rey coronado pero hasta Kimi fue capaz de chupar cámara y robar todos los focos en la gala de la FIA... ¿Es tan sólo mala fortuna o un signo de los tiempos que corren para los héroes modernos?

Ahí lo dejo. Os leo.