viernes, 14 de diciembre de 2018

El escapista


Sebastian sigue siendo noticia. Cada vez que le ponen una alcachofa o una grabadora delante de la boca, insiste e insiste en quedar ante el público un poquito más débil. Todo sinceridad y buenas maneras. Ni una palabra más alta que otra, pero la culpa es de Ferrari, que no ha estado a la altura, que ha perdido el norte, que no le ha sabido dar un misil...

No lo dice así porque, en el fondo (sospecho), es buen chaval y no quiere herir a nadie, y porque lo que le sucede en estos momentos es que todavía no ha digerido que ha desperdiciado dos oportunidades consecutivas que no tienen por qué volver a parar en su andén. Que quizá no pasen ni por la estación. En fin, que es casi seguro que tomen otra vía.

Es curioso comprobar cómo por muchos años que pasen hay cosas que no cambian. Desde que llevo escribiendo sobre él le he dicho de todo en Nürbu, pero los más viejos del lugar recordarán que siempre le he acusado de creerse su papel.

Lewis finge y se construye y destruye según convenga. Sabe perfectamente que el Hamilton público es diferente al Hamilton piloto, y los dos, quién sabe en qué se parecen al auténtico. Esta panoplia de personalidades edifican y dan sentido al Hamilton que creemos conocer, y aunque personalmente no me guste, Lewis juega con ellas y con nosotros, y por eso resulta tan magnético como eficiente, amén de tan chorra en determinados momentos.

Seb es llano al estilo de Fernando, pero se encuentra en sus antípodas. Le falta el magma del asturiano y pretendiendo parecer duro la acaba cagando. Habría bastado para cambiar de cuento que en Monza hubiese entrado en cólera o que hubiera lanzado sus guantes contra un mamparo del box, para que todos entendiésemos que en ese instante estaba hasta la polla, que el vaso había revosado, que no aguantaba más. Entonces sí, entonces encajaría todo lo que está diciendo el alemán ahora, pero pasada la oportunidad todo este festival de quejitas flanderianas carecen de sentido.

Es una opinión, faltaría más, pero puesto que Vettel está intentado escapar de la camisa de fuerza con que se ha sumergido en el tanque de agua, le recomendaría que o bien acepte la realidad y espere una mejor coyuntura, o bien cierre su bocota para centrarse en cerrársela el año que viene a quienes le critican en estos instantes.

Con un sólo culo no se pueden tapar dos sillas, ni ahora ni nunca. O eres el papel que interpretas o te impones a las circunstancias. Tratar de parecerse a Schumacher no resuelve la ecuación, lo interesante a mi modo de ver es que Vettel venza a Vettel y nos devuelva a 2009 o, acaso, a comienzos del año pasado. Están bien los mundos tapizados del suelo al techo con nubes de algodón, pero hay que tener conciencia de que siempre estamos de paso... Tempus fugit.

Os leo.

4 comentarios:

anonimo dijo...

Fernando es una clara demostración: Una megaestrella del deporte (en este caso un piloto) vale mas $$$ por su imagen que por los puntos, podios o victorias obtenidos. A Fernando le ha valido su imagen un gran salario, aún cuando los resultados no lo acompañaron por años. Las empresas que lo auspiciaban necesitaban de él aunque no ganara, y estaban dispuestas a pagarle por ello.
El bueno de Seb ahora despotrica contra las redes sociales; campo donde Lewis es todo un especialista.
Seb es el chico bueno, padre de familia, limpio. Lewis es el tatuado, enojón, extrovertido. Nuestra psicología debe operar con algún mecanismo misterioso: Llena mas estadios una estrella de rock que un cantante de ópera, que técnicamente es en muchos casos superior.
Sds.
Martín

Anónimo dijo...

Seb es el chico bueno? No no. No lo es. Es el mismo del Multi21. Se cree aristocracia, y por eso reclama su derecho a un coche superior al del adversario. Lógico me ha ido mal, si es que no me han dado un coche.

Saldrá alguno a traer a cuento Hungría 2007. Pero es un huevo a una castaña. Fernando tenía el turno en ese GP. Jamás le ha pisado la cabeza a alguien, ni ha abusado de nadie en pista.

Seb no es bueno, es blandengue.

Antonio L. dijo...

Vettel tiene un problema y se llama falta de carisma.

Un buen piloto que deslumbró dos temporadas, una con Toro Rosso y otra con Red Bull en dos años consecutivos. Es curioso como a partir del segundo año con Red Bull y con un misil bajo el culo fué capaz de ganar cuatro campeonatos seguidos sin que la prensa mamporrera le criticase ni siquiera un poquito. Que suerte tuvo.........en esa época un ogro asturiano era el enemigo del pueblo y había que destruirlo.

Es posible que estemos ante los últimos años de Vettel en la F1 porque si no es capaz de ganar un campeonato con un coche por lo menos a la misma altura que sus rivales, sus cuatro campeonatos le habrán servido de muy poco. Este hecho alimentará la sensación de que no fue capaz de ganar a los mejores con sus mismas armas. Y de superar las carencias de su coche con sus manos mejor no digo nada.......

Es lo que pienso y así lo he contado.

Un alonsista.

pocascanas dijo...

Hablando de alemanes campeones: alguien puede comparar el campeonato que Rosberg literalmente le arrebató a Hamilton con (las mismas armas) con los los cuatro Multi21???

De solo pensarlo...