viernes, 27 de noviembre de 2015

Ocho apellidos boloñeses


Aprovechando el éxito sin paliativos de Ocho apellidos vascos y el brutal taquillazo de salida de Ocho apellidos catalanes, se estaba pensando en rodar Ocho apellidos boloñeses por aquello de no desperdiciar el enorme tirón que tiene Luca Cordero di Montezemolo cuando empieza a rajar.

Mi tormentosa relación con Luca viene de lejos y como sabéis, me ha originado más de un dolor de cabeza. Muchas veces he pensado sobre ella y he reflexionado, y ya si eso y tal, aquí mismo, en Nürbur, pero lejos de servirme como aspirina, el ejercicio lo único que me ha producido ha sido un montón de jaquecas y alguna migraña.

En fin, siendo tifoso confeso y mártir desde mucho antes de que Fernando pensara siquiera en firmar por La Scuderia, me resultaba extraño que hubiera quien me lo negara a la cara cuando el asturiano desembarcó en Maranello. Visto lo visto que ha sucedido con Sebastian Vettel, lo he entendido todo, porque para formar parte de la parroquia más exclusiva del mundo, previamente tienes que haberte ganado los galones en el lado luminoso de la fuerza.

Así las cosas, el vettelismo y el ferrarismo se funden con naturalidad, como el queso y la mantequilla, como hicieran antaño el schumacherismo y el ferrarismo, y aquí no hay más que hablar. Sin embargo, el alonsismo y el ferrarismo son como el agua y el aceite y así pasa lo que pasa.

Ser de Alonso y de Ferrari a la vez, es una práctica de egoísmo ventajista que no encuentra acomodo en el catecismo que manejan los pastores de la cosa. Nosotros vinimos al rebaño rossa por interés felón —aunque muchos hubiésemos llegado antes—, no como han hecho los seguidores del astro tudesco, que siempre pensaban en Enzo y le rezaban y ponían velas, mientras Adrian Newey en la pista y Dietrich Mateschitz en los despachos, se sacaban arrogantes la pilila para mear al Cavallino Rampante con la aquiescencia de Maranello.

Esto debía saberlo Luca desde el instante uno, a lo del alonsismo me refiero, cuando según sus palabras a la cadena RTL alemana, prefirió a Fernando para 2010 en vez de a Sebastian, que había sido recomendado por Michael Schumacher, aunque se le desliza luego un inquietante: «Eso sí, siempre tuvimos a Vettel en mente, especialmente tras sus éxitos con Red Bull.»

Ingenuamente, confieso que me habría gustado saber si también tenían en mente a Vettel en Abu Dhabi 2010, o cuando La Scuderia ofreció infintas muestras de tibieza con Pirelli y la FIA de 2011 para adelante. O si también lo hacían cuando consintieron que el asturiano se pusiera el equipo a la espalda porque nadie pensaba en mejorar el material o en buscarle un compañero eficiente, de esos que molestan a los rivales y no a los que llevan los mismos colores. Un Felipe Massa, un suponer, que no corriese para sí mismo...

No hay que ser muy sagaz para comprender de inmediato que todo esto no parece ni medio normal, así que os dejo a vosotros, que sois gente inteligente, lo de sacar conclusiones y atar flecos.

Lo que está claro es por qué se ha desistido de rodar Ocho apellidos boloñeses: en vez de una comedia, con gente como Luca siempre sale un drama.

Forza, Ferrari! Os leo desde el lado oscuro de la fuerza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este espectáculo, en manos de la gente adecuada, debería poder convertirse en uno de los deportes más emocionantes a nivel global.

Igualar un poco los coches, y dejar que la tropa haga lo que mejor sabe hacer. Correr. Sin apaños, sin intentar engañar al espectador. Ya canta mucho, por eso la gente los ha abandonado.

Los pequeños intereses han desangrado a la máxima categoría. Y nos han privado de años de verdadera lucha en pista.

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Buenos días ;)

Totalmente de acuerdo. Bernie y los equipos se deben tantas cosas unos a otros, que lo último que importa es la competición :P

Un abrazote

Jose

Anónimo dijo...

Pues entonces, en tanto no se produzca la necesaria renovación generacional, lo llevamos claro.

O se muere el médico, o perdemos al paciente. XD