Se va a liar

Tal y como está el asunto, los neumáticos suponen una bomba de relojería en Fórmula 1, ya que si un vehículo precisa de al menos dos años entre ser diseñado en la mesa de trabajo o el ordenador y su definición, el suministrador único de compuestos trabaja en definir sus productos sobre unos tiempos infinitamente más cortos.

Este notable desfase horario da lugar por un lado, a que se haya elevado a los altares eso tan tonto de «entender los neumáticos» —siempre se ha hecho— y por otro, a que sobrevuele la competición un aroma que huele a improvisación o a algo peor, por los cuatro costados.

Y es que como comentaba más arriba, las gomas ha habido que entenderlas siempre, desde que los coches de carreras comenzaron a rodar, más o menos, ya que son una parte importantísima del monoplaza. Pero una cosa es hacerlo con intención de exprimirlas desde la misma fase de diseño y otra bien distinta, que la proyección del coche quede practicamente cogida por alfileres hasta que se conoce el comportamiento real de las ruedas o al menos, las primeras estimaciones sobre su rendimiento, puesto que lo veamos como lo veamos, hoy por hoy forman parte ineludible de lo que denominamos suspensiones.

Así las cosas y por mucho que se nos venda lo contrario, aquí no hay excelencia por ningún lado, yo al menos no la veo. Excelencia sería que los constructores supieran a qué atenerse a la hora de definir la máquina, pero no ocurre. Es más, incluso en un momento tan delicado como el que hemos vivido este año con lo del cambio de normativa y tal, las escuderías han trabajado en plazos mucho más amplios que Pirelli, lo que a la postre supone que ha existido un periodo de adaptación que por narices ha beneficiado o perjudicado a algún equipo.

Tampoco es más barato este sistema de funcionamiento desacompasado. Si lo miramos en cuanto a producto en sí, tal vez lo sea. Que un único proveedor haga gomas para 22 participantes durante 20 Grandes Premios, a priori parece una ventaja económica, pero si tasamos las horas desperdiciadas por las escuadras en trabajar sobre supuestos que no tienen por qué responder a la realidad y sumamos el esfuerzo humano y técnico que supone eso de entender los neumáticos cuando hay poco o nulo margen de maniobra porque la temporada ya ha comenzado, la cosa como comprenderéis, se pone en un pico difícil de cuantificar pero sin duda, bastante oneroso.

Puesto que Bernie y la FIA no están por la labor de abrir la mano para que haya un segundo fabricante, lo normal, se me ocurre, sería que a cambio se tendiera a ofrecer un marco lo más estable posible. Es decir, que si la nueva normativa técnica ya ha dado suficientes quebraderos de cabeza a equipos y pilotos durante su temporada de estreno —de hecho los sigue dando—, resulta un poco absurdo saturar su capacidad de afrontar problemas en 2015 permitiendo que cambien las prestaciones de las gomas...

Pero lo han vuelto a hacer. Mientras estamos todavía con el debate a cuestas sobre las fechas de homologación de unidades de potencia o sobre qué margen para modificarlas tienen Mercedes-Benz, Renault y Ferrari, o cuántas se podrán usar durante la temporada —de momento son 4, pero me he jugado unas birras a que para Melbourne ya se habrá pactado utilizar 5, como el año pasado—, se permite tirar toda la experiencia acumulada durante 2014 en cuanto a compuestos se refiere, porque Pirelli, dice la italiana, está en disposición de ofrecer unas gomas 1 segundo más rápidas por vuelta.

Bien podría ser por las fechas, que Bernie haya comenzado a trabajar para La Scuderia dando ahora a la italiana lo que no ha tenido estos últimos cinco años, pero no me voy a extender en conspiraciones preventivas, lo prometo.

Sé que esta sesión se va a liar con las benditas ruedas. Lo huelo en el aire, aunque no sé si alegrarme de ello después de haber disfrutado de una bonita tregua con la milanesa. Pero mi corazoncito me dice que se va a liar y así os lo cuento.

Os leo.