En Suzuka, solo Suzuka

Por muchas vueltas que le doy, los únicos pronósticos que contemplo como factibles para el próximo Gran Premio de Japón, son los meteorológicos. Dicen que va a diluviar sobre el trazado nipón y si tuviese la fortuna de poder acercarme a ver la prueba, con total seguridad llevaría impermeable, katiuskas y paraguas.

Otra cosa es creer en eso de que aparecerá Moisés con su cayado y nos revelará sabe Dios qué verdad oculta.

No, a estas alturas de la película cada vez doy menos crédito a todo ese montón de informaciones controvertidas y sin contrastar, con que los medios rellenan sus espacios para hacernos más y más llevadero el yermo terreno que nos queda hasta Abu Dhabi.

Ya sería mala pata por mi parte que Hamilton anunciara este fin de semana que vuelve a McLaren o que Alonso proclamara a los cuatro vientos que abandona Ferrari, como se insinúa por ahí, pero aun a riesgo de equivocarme de plano, sospecho de nuevo que hay demasiado pirómano detrás de tanto bulo como anda suelto. Todo sea por mantener encendida la llama de un campeonato que ni Red Bull parece querer disputarle a Mercedes AMG o por presionar un poco más al asturiano para que termine diciendo basta.

La última intentona de provocar un incendio en toda regla la pudimos ver en Monza. Se dijo con antelación que Montezemolo iba a decir algo que haría cundir el pánico entre los tifosi y mira tú, lo único que vimos fue a don Luca en el portillo del hospitality, al que por cierto, solo le faltaba en tan improvisada y forzada puesta en escena, un puñal clavado en la espalda, que diría J-Car.

El por entonces presidente de Ferrari habló con la prensa y los allí reunidos pero no dijo nada. Dos días después sí, pero ya desde su despacho en Maranello.

En fin, lo comentado: si pasáis por Suzuka llevad paraguas, chubasquero y ropa y calzado de repuesto, pero olvidaros de la luz y los taquígrafos.

Os leo.