Siempre que el presente nos defrauda echamos la vista atrás por ver si allí queda algo de lo que esperábamos encontrar y no hemos visto ni asomar el pelo. Y allí
suele haber más o menos lo mismo que aquí: moho, polvo a manta, asuntos
que prometían pero que fueron abandonados, intentonas, buenas y malas
intenciones, gafas de culo de vaso con los cristales rotos, documentos
remendados a base de corta y pega, manos negras, manos blancas,
disparates de todos los colores, meteduras de pata, brillo de navajas, y
un largo etcétera de cosas que si no son idénticas a las que
soportamos, se parecen demasiado.
La verdad es que puestos a buscar anomalías que hacen época no hay
que ir muy lejos: al cabo de inciarse todo esto que conocemos como F1,
incluso hubo años en los que corrieron coches de F2 en la máxima
categoría. Bueno, también es verdad que corrían F2 porque aquello era
realmente F2…
A poco que rasquemos el velo de
romanticismo con el que ha quedado barnizada nuestra tradición
deportiva, más tarde o más temprano acabaremos por encontar a tipos como
Mosley o como cualquiera de sus secuaces, o como Charlie y su banda de
tunos, o señores estirados como Dennis. O gentecilla como todos ellos
juntos, o gentuza que ni imaginamos; con nombres diferentes, o con los
mismos pero en puestos distintos, porque si algo define a la F1 es que
no parece quedar afectada por el paso del tiempo, ya que siempre está
rodeada de la misma cochambre.
Algunos nos quejamos de lo que hay, yo el primero, y cabría
preguntarse cuál es la razón de las quejas si el cotarro viene a seguir
siendo más o menos el mismo… Pues sí, la verdad, aunque yo diría que las
actitudes, porque en épocas pasadas estaba meridianamente claro quién
hacía de bueno y quién de malo, en una palabra, quién jugaba en cada
bando.
Los patrones, hasta hace nada, por ejemplo, eran hijoputas
así se llamaran Enzo Ferrari. Cuando yo comencé a mediados de los 70 del
siglo pasado, sólo se libraban de tamaño apelativo Ken Tyrrell y Teddy
Mayer, incluso Colin Chapman, a pesar de llevar sobre su cabeza la
corona de genio, no pasaba el corte. El resto formaban parte de la vil plana mayor
a la que se enfrentaban los héroes carrera sí y carrera también. En
aquellos años, la Federación era como un Ministerio de Trabajo, que está
ahí pero no sirve para nada mientras la patronal y los sindicatos se
cuecen la cara a boinazos, aunque termina siempre dando la razón a la
primera.
Entre los pilotos también había reparto de papeles. Los había héroes
majos y requetemajos, y héroes cabrones a tiempo completo. Ni los
mecánicos e ingenieros se salvaban, los había que podían resultar
pasables y los que iban en pantalones cortos y gorra de pescar…
El mundo era el mismo, pero parecía otro. Los coches casi se podían
tocar, un Cosworth no era el mismo en un Wolf que en un Lotus, los
neumáticos eran redondos y servían para rodar. No había radio y los
pilotos se apañaban como podían, decidiendo en pista, como auténticos
deportistas de pelo en pecho. Fumaban, se rascaban el culo y nadie ponía
el grito en el cielo porque parecían seres humanos tocados por una
varita mágica en cuanto cogían un volante.
Ahora la F1 es muy parecida a aquella otra, sí, pero lo malo es que
quiere parecer diferente a base de toneladas de Viagra y silicona. Todo
muy limpio, todo muy políticamente correcto, todo en su sitio, todo
perfectamente diseñado pero carente de feeling, como si hubiese
perdido definitivamente el espíritu. Así tenemos coches que no se
rompen, garajes inaccesibles, mecánicos ataviados para desfilar en una
pasarela, adelantamientos artificiales, gomas que suplen el rendimiento
de los motores, propulsores capados que necesitan del KERS para sacar
pecho, pilotos que venderían su alma al diablo por correr en otras
épocas, y aficionados que apoquinarían lo que hiciese falta por poder
verlo. Yo soy uno de ellos.
Hace poco Casey Stoner anunciaba su retirada del mundial de
motociclismo argumentando que se aburre. Honestamente creo que incluso
Alberto Ascari se aburriría hoy en la F1.
3 comentarios:
Pleno al quince, Orroe. Nuestra memoria recupera el pasado y lo limpia, dora y da esplendor para que nos parezca mejor que el presente. El eterno mito que nos ayuda a seguir hacia adelante mientras buscamos lo maravilloso del árbol originario.Pero el pasado siempre ha sido peor que el presente. Mi padre siempre se queja de las carreteras que tenemos ahora en España...aunque ahora tardamos 2 horas en hacer el mismo camino que hace 35 años nos costaba la friolera de 6 horas.Tú lo sabes bien: En este mundo plástico el diseño, la imagen, sirven para esconder el espíritu, en vez de para resaltarlo.Para quien no la conozca, "Plástico" de Rubén Blades, una metáfora de nuestra época.Saludos
XDDDDDD
http://www.youtube.com/watch?v=N_WoMizhIoo
¡Que pasada! Estuvimos a dos metros en el Conde Duque. ¡Que buenos tiempos! Rubén Blades, Dulce Pontes, Omara Portuondo, Lila Downs, María Dolores Pradera, Richard Bonna...
Bueno. Estos tiempos no son peores. El domingo Bruce...
¡Saludos! Y ¡Buscad la Belleza, es lo único que merece la pena...! ;-)
Mira que ir a citar a Ascari en un artículo inspirado por Nietzsche…
Hablando de “cabrones a tiempo completo” a mi me viene siempre la imagen de Farina, y reconozcamos que, mirando a los protagonistas de las diversas épocas de los últimos ciento y pico años, lo que vemos es un reflejo de lo que hay. Bien traido el artículo, Jose.
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