La mamma

El ferrarismo más chusco ha entrado en pérdida a cuenta de la fragilidad de una tanda de motores, y el antialonsismo rosso, aquél que no tragaba con un Fernando que trataba de tú a tú al emblema de la Maranello que se ha pasado al enemigo, bascula sobre lo mismo sin caer en la cuenta de que los motores de Felipe siguen intactos. Ni os cuento cómo va por la vida de contento el antialonsismo puro, criticando la infausta deriva de La Scuderia…

Decía que han saltado las alarmas en el mundo mundial, y que quien más o quien menos pierde el sueño porque Ferrari ha cogido un catarro yendo primera en el campeonato mundial de constructores y primera y segunda en el de pilotos, ¡ahí es ná!, como diría el castizo. Ni me imagino lo que ocurriría si este año hubiera comenzado como el pasado.

A lo que iba. La peña ha descubierto que la vida es dura y anda rasgándose las vestiduras por las esquinas, sin querer enterarse de que lo bonito es que sea así y no prefabricada y limpia, predecible, aburrida, como en Woking, más o menos; porque vamos a ver, vale que los chicos de Ferrari parece que pasan ahora por un puntual mal momento, pero se rehacen seguro porque llevan grasa y gasolina en las venas y no zarzaparrilla como los de McLaren o Red Bull, que son unos lilas.

¿Y Domenicali? Pues sí, Stefano no se parece a Jean Todt, ¡ni falta que le hace, coño!, y la escudería italiana heredera de la era Schumacher lleva tiempo haciendo aguas, lo sé perfectamente porque lo he dicho y repetido aquí mismo hasta el punto de ser señalado como tifosi de pandereta o fascista por no volverme ciego ante lo que amo, y por criticar lo evidente.

Pero el caso es que el tipo que dirige los designios de la escuadra de mis entrañas y al que tanto critican ahora, ese señor con gafitas y pinta de seminarista honrado (lamentablemente los hay de los otros), que no me parece el más adecuado para el desempeño de la función que desempeña, sea dicho de paso, acumula a sus espaldas un mundial de marcas y otro de pilotos, ventaja manifiesta sobre lo conseguido por Horner o por Whismarth, y con posibilidad cierta de poder emular a Ross Brawn, porque el mejor piloto de la parrilla milita en la actualidad en las filas del equipo más equipo de todos los equipos, el mismo que hace nada causaba furor y no levantaba sospechas así se arrastrara por los suelos, porque Alonso no andaba dentro, ¡lo que son las cosas, maldita sea!

Esta es la Ferrari que reconozco como mía y quiero, y lo siento así me lleven los demonios con ellos, la de las grandes cagadas y las grandes gestas, la de los mecánicos que suplen con esfuerzo, renuncias y escamoteo de horas al sueño, lo que otros intentan hacer desde la planificación pulcra y la cuadrícula, la de los pilotos que se dejan las entrañas y revientan su motor intentando terminar una carrera perdida, en vez de ceder la rodilla con la excusa de una tuerca desleal que los ha dejado tirados en mitad del desagradable camino a la nada.

Mi Ferrari es hembra parida, madre añosa, mamma latina, tierna y dura, por si no había quedado claro, imperfecta y grandiosa a partes iguales, y por ello sé perfectamente que esta vez no nos va a dejar en la estacada.