lunes, 3 de diciembre de 2007

El robo del siglo


Mientras Fernando Alonso deshoja la margarita sobre sus amores futuros y la FIA nos prepara la última cantada del año (¡a que cae!) con lo de la vista sobre el asunto del supuesto espionaje de Renault a McLaren, me ha dado por repasar la temporada por ver si además del ruido generado alrededor de Woking, ha habido algo más que mereciera la pena reseñar ahora que se nos acaba el año.

No he encontrado mucho, la verdad, y no es que me extrañe, porque no ha existido lunes en que no me las viera y deseara para entresacar una miserable tabla de tiempos o una crónica objetiva sobre lo sucedido en cada Gran Premio. Hastiado he terminado de tanto rollo sobre los malos humos de Alonso y las sonrisas de Hamilton, lo bien que llevaba lo de lidiar con campeones irrepetibles el bueno de Dennis y el follón del espionaje a Ferrari, que aparecía y desaparecía como el Guadiana…

A lo que iba. Tengo que admitir que me habría gustado leer u oír algo más sobre la sobresaliente temporada de Kovalainen, o sobre la consolidación de Kubica y Rosberg, y que conste que no le pido peras al olmo, porque la prensa deportiva general y la general a secas, parece que no sabe mojarse los pies sin ahogarse, lo que me lleva todavía más, a aferrarme a la especializada y a lo que leo de algunos aficionados en foros, listas de correo y blogs, como si fuera un náufrago en mitad de un temporal.

Así las cosas, ya que soy de los muchos a los que nos habría gustado una mejor explicación sobre por qué no se castigaba a los pilotos de una escudería a la que le había caído un paquete de órdago (con tanto celo protector sobre Lewis, intuyo por dónde van los tiros, que conste), me he puesto a rebuscar por si se me pasaba algo por alto y tengo que admitir, con desaliento, que echando la vista atrás no he podido encontrar nada esclarecedor sobre el patético cierre del asunto del espionaje. Y digo patético porque tras la sentencia sólo faltó ver a Mossley levantando el brazo de Todt y anunciando aquello de: The winner is!, mientras el del jersey rojo le robaba la cartera a Mario Thyssen.

Y es que el asuntillo de marras no podía haber sido zanjado de una manera peor, y por ello me supone una espinita que no termino de sacarme. Vamos a ver, entre que Montezemolo y Todt se han hartado de proclamar a los cuatro vientos que Ferrari se merecía el campeonato de constructores por justicia, y que los periodistas de medio mundo nos marearon con lo emocionante que resultaba ver cómo La Scuderia recortaba en la general a McLaren, mientras era amenazada por BMW (sic), ha dado la impresión de que el Campeonato Mundial de Constructores ha estado reñidito y todo, y nada más lejos, y es aquí donde me remango y clamo al cielo porque nadie se ha atrevido a denunciar la tropelía que suponía mantener a Hamilton y a Alonso puntuando sobre la pista, aunque fuera por mantener vivo el espectáculo.

Pero vamos a ver, ¿estamos tontos? ¿Cómo coño iba BMW a suponer una amenaza para Ferrari en la lucha por el título de constructores, teniendo a los chicos de McLaren llevándose puntos para el de pilotos?

Después de Monza, sólo BMW y Ferrari optaban a la corona (eso nos vendieron), pero el caso es que ahí seguía estando la de Woking. Sobre el papel, sólo Ferrari (Kimi y Felipe) y BMW (Nick y Robert) puntuaban, pero como también lo hacían Lewis y Fernando, en la práctica, la escudería alemana sólo podía rebañar algo a partir del quinto puesto, y con suerte.

A pesar de considerarme ferrarista y alonsista declarado, a mí me ha parecido un robo.

Queda dicho.

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