domingo, 25 de mayo de 2025

Gran Premio de Mónaco


La octava cita del calendario nos ha salido extrañita, pero como, por probar, prometí portarme apasionadito hasta pasado Canadá, no voy a incurrir en el pecado de tildarla de truño en el primer párrafo.

¡No ha habido apenas adelantamientos! Bueno, sobre este particular me despacharé a gusto mañana, espero —tenemos la Indy 500 aporreando la puerta—, aunque sí puedo anticipar lo que tantas veces me habéis leído en Nürbu y seguramente habéis escuchado en voces más autorizadas que yo: la dificultad de los adelantamientos, y por ende su escasez, es una de las cosas más interesantes que tiene esta disciplina, al menos lo era hasta que ha llegado esta tropa que nos dirige, a servir potitos de fruta a la chavalería y adultos que no han madurado.

La falta de adelantamientos no ha sido el problema, ni el trazado; sí lo es el tamaño de nuestros transatlánticos, también la inercia reguladora de nuestra querida FIA —dos paradas obligatorias no han solucionado nada [Jaque mate]—, pero, sobre todo, y siempre bajo mi humilde punto de vista, que los equipos andan de un conformista que tira para atrás, y, en vez de a pelear a cuchillo cada centímetro cuadrado de pista, mandan a sus pilotos a cumplir objetivos como si fuesen comerciales vendiendo enciclopedias, incluso haciendo uso de triquiñuelas con tal de alcanzarlos. ¿Competir?, ¡qué verbo tan bonito!

Mal asunto. Os va a quedar una Fórmula 1 de cine con Mónaco o sin él, básicamente porque esta cultura empresarial ha calado hondo en nuestro deporte y resulta complicado modificarla en el corto y medio plazo, pues afecta a tantos niveles que casi mejor dinamitarlo todo y comenzar de nuevo.

En fin. A partir del quinto clasificado todos los restantes doblados; a partir del octavo, lo que quedaba de parrilla después de los abandonos de Gasly y Alonso, doblada por segunda vez. Antonelli, agónico, llegaba por fin a meta con tres vueltas de descuento sobre el líder...

Con estos mimbres resultaba complicado sacar un buen cesto. Los McLaren se han puesto en modo apisonadora y sólo ha podido enfrentarlos Leclerc. Verstappen, cuarto, ha brillado mientras los de Woking cambiaban gomas, pero el espejismo se mostraba como tal a dos giros de la ajedrezada. Hamilton flojo y autocondescendiente, ha terminado quinto, a 31 segundos del holandés. Y poquito más que contar: los chicos de Brackley han sufrido a rabiar, los de Williams han logrado meter sus respectivos monoplazas en los puntos, con Albon de nuevo por delante de Sáinz, y mención especial para Hadjar, que está en racha y sabe cuidarla.

Lando ha pisado primero la meta, seguido por Charles y Oscar en este orden, y colorín colorao, este cuento se ha acabao, por fortuna, cabría decir, aunque seguramente lo estiraremos durante esta semana.

Os leo.

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