El «asunto Piastri» deja tras de sí la sensación de que, en tanto a las relaciones entre las promesas del deporte y sus patronos, continuamos retrocediendo siglos de la mano de una ideología que con tal de imponer la bendita rentabilidad, insiste en dar la espalda a lo poco humano que nos queda.
¿En serio el australiano se ha portado desleal con quien le ha pagado los estudios, yéndose a un equipo que le ofrece mejores posibilidades de futuro? ¿Resulta sucio que haya tomado decisiones para cuando su vínculo contractual con Alpine se extinguiera? ¿El programa y la inversión eran más importantes que su persona...?
Me enternecen mucho estos debates que supuestamente hablan de profesionalismo pero terminan en la poza del esclavismo y dando la razón al proxeneta. No cambiamos, Otmar Szafnauer lo ha hecho rematadamente mal pero tampoco nos equivoquemos con esto, el sistema de explotación de la carne en Fórmula 1 precisa de una profunda reflexión y un urgente cambio de rumbo, porque no es ni medio normal que, en pleno siglo XXI, todavía se considere que alguien pertenece a alguien diferente a él mismo, Oscar, pongamos por caso.
Os leo.
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