Después de Azerbaiyán nos vamos a Canadá en viaje responsable con el medio ambiente, un decir, para volver luego al llamado tramo europeo de carreras, que tiene como aliciente principal ser un menú generoso de trazados con curvas de verdad, como le gustaban a Paul Frère, quien cita en su libro [Conducción en las competiciones] que valoraba los circuitos por la variedad, calidad y complejidad de sus ángulos.
A los baby netflix les suena pesado que algunos insistamos en la enorme pérdida que supone este viaje a ninguna parte, que, siendo sinceros, comenzó con Bernie Ecclestone y parece no tener final.
No entienden lo que supone un calendario plagado de curvas de radio constante y únicamente con un punto donde ajustar el monoplaza para resolver el giro, ni el peligro que entraña para la competición que las cuerdas resulten ahora mayoritariamente planas y carentes de cambios de rasante, peraltes y personalidad. No saben qué significa pulir Pouhon en Spa con el pie a tabla, ni las diferencias que existen entre la antigua 130R de Suzuka y la nueva, ni qué hay de maravilloso en trazar llevado por los ángeles la 8 de Istambul Park, o de extraño poder sortear la Parabolica de Monza cuando irse fuera apenas supone ahora la pérdida del crono logrado a cambio de poder continuar...
Escapatorias asfaltadas y generosas en espacio como aparcamientos, leves modificaciones que alteran el orden establecido del universo. Liberty sabe muy bien lo que hace pidiendo opinión a los chiquillos: perpetuar un esquema basado en el pérfido ir a tope y reducir al llegar a una curva. ¿La F1 es sólo eso?
Sáinz y Ocon se pifostiaban en la misma esquina y prácticamente en idéntico lugar durante el fin de semana del Gran Premio de Miami. Llevamos tiempo advirtiendo que con nuestros modernos trasatlánticos apenas queda margen para la creatividad en pista. Una trazada y no te muevas de la foto aunque se trate de dos máquinas distintas y dos pilotos diferentes, básicamente porque las leyes de la física son inapelables sea quien sea que trate de interpretarlas.
Llega el Gran Premio de Canadá y hay quien todavía afirma que el mítico Muro de los Campeones sigue siendo igual tras el retoque que sufrió en 2017, pues, a fin y a cuentas, la anchura de la pista sigue siendo la misma con hormigón pelao que con neumáticos o Tecpro protegiendo el posible impacto. Realy George?
¡Épica, épica...!, ¿y que hay del riesgo y de cómo lo hemos reducido a una mera enécdota en nuestra especialidad? ¿Qué niño soñará en la actualidad con ser Han Solo de adulto, cuando sabemos que los Tie Figther son de cartón piedra y sus letales láser un efecto de post producción?
Os leo.
2 comentarios:
Hola,
Pues yo que ya peino algunas canas, y en algunas partes ni eso, ejerceré de abuelo cebolleta y comparto una anécdota que me pasó en las RRSS hace un tiempo, cuando en plena pandemia estábamos todos hambrientos de carreras y los pilotos se pasaron a los E-sports por matar el gusanillo (el mediático también).
En aquel momento osé bajar a la arena e intentar hacerle entender a algún jovencito de la Generación Z que lo de los simuladores estaba muy bien, pero que no puede ser igual que un coche de verdad en la vida, porque los coches de verdad no se conducen con las manos o los pies, sino con el culo. Y me respondió no se qué zarandajas de unos chalecos y partes que vibraban. Entendí que no debía seguir discutiendo, porque el siguiente ejemplo que se me ocurría era el de si prefería el tacto siliconoso del último/a muñeco/a erótico/a o la turgencia de la carne de verdad, pero comprendí que me iban a tildar de, como poco machiste, vejestorie o vete tu a saber qué...
Por mi profesión, estoy en contacto con adolescentes y jóvenes padawanes en general, y, sin entrar a valorar si aquellos tiempos eran mejores que estos, diré que noto mucho el salto generacional con los post-milenials. Ellos han crecido comiendo la mierda de carne del Borriking y ahora, con conciencia ambiental (o algo así) muchos se pasan al veganismo apostando por el Tofu o las hamburguesas de espinacas, mientras mi generación todavía disfrutaba de los bocatas de oreja en los bares de viejo, y ahora empezamos a descubrir las bondades del buey madurado. Su medio de locomoción es el patinete eléctrico, con casco y coderas, mientras nosotros crecimos trucando vespinos, tanto que hasta experimentábamos con la mezcla (a alguno vi echar una porción de disolvente entre la gasolina y el Motul) para sacar esos Kms/h más que en la recta nos hiciera dejar atrás a los colegas, mientras buscabas una posición aerodinámica que ni Perico bajando el Tourmalet. Algunos de aquellos ahora tienen en el garaje para salir a tomar una caña los domingos la BMW más gorda que se vende en el concesionario (o se alquila por el Select...)
En fin, nuestras prioridades son diferentes, la sociedad ha avanzado, a lo mejor no en la dirección que nos gustaría, pero no es la misma que 20 años atrás, ni siquiera 5.... No creo que a ningún jovencito le parezca atractiva la aventura de cruzar el Corredor de Kessec en menos de 12 Parsecs, habiendo un video-juego en el que, desde el sofá y con la tablet, lo puedes cruzar sin hacerte pupita.
Salu2 nostálgicos!
Los americanos tienen la expresión McMansion para referirse a las casas que que se construyen los nuevos ricos, grandes, pretenciosas y sin personalidad.
Nosotros tenemos los McCircuitos, los nuevos ricos del mundo construyen enormes monumentos a su vanidad, deslumbrando (a veces literalmente) con su derroche. ¿pero que tiene eso que ver con las carreras? ¿nos dice algo a nosotros? Ya eso seria mucho pedir
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