¿Es cara la creatividad?

Poco se puede hacer si todavía hay alguien por ahí, que se muestra incapaz de entender que antes los planos del monoplaza poco menos que se los apañaba cada uno en su casa y hoy prácticamente se los manda la FIA en PDF y por correo electrónico.

Suena muy chusco decirlo, pero en esto de la aventura en pos del espectáculo y la excelencia, la Fórmula 1 ha sacrificado la creatividad como si fuese una apestada, hasta el punto de que hay quien piensa que es cara y por eso ha sido bueno erradicarla, o casi...

Tengo mañana gansa y me ha dado por pensar que si llamamos a las cosas por su nombre a lo mejor entendemos en qué ha consistido toda esta historia. A ver, la creatividad es garantía de pluralidad; la no creatividad: sinónimo de estandarización...

¿Por qué se suele elegir la estandarización como modelo? Pues básicamente porque resulta más sostenible en el tiempo y más manejable, lo que no significa que sea mejor ni más barata, ni mucho menos la fórmula más idónea para un tipo de competición como la que propone la Fórmula 1. No quiero ponerme perogrullesco, pero a la vista está que la estandarización de los demonios no ha dado los resultados esperados y eso que llevamos años con ella, ya que si fuese un seguro contra las desigualdades, Sauber, un ejemplo, estaría ahora mismo lidiando en igualdad de condiciones con Mercedes AMG.

Bien, va, Hinwil ni en sueños puede lidiar de tú a tú con Brackley porque existe un estado de cosas previo a la estandarización, que en base a ésta tiene más garantías de perpetuarse en el tiempo. Es decir: este tipo de soluciones suelen ser muy tramposas, como el libre mercado en general. Quien tiene una posición dominante la mantiene cuando las reglas son supuestamente iguales para todos, y de idéntica manera, el que las pasa putas las seguirá pasando igual porque como decíamos antes, la estandarización favorece la sostenibilidad... del más grande, claro.

La creatividad es perniciosa para este tipo de dinámicas. Alguien tiene una idea y posibilidad de llevarla a cabo, y en menos de lo que dura un pestañeo puede hacer un siete en el traje de los gigantes y sus nobles aspiraciones y tal.

Obviamente no interesa este escenario porque como también decíamos más arriba, la estandarización permite que el negocio sea más manejable. ¿Heineken precisa de una estrella holandesa para apostar fuerte por el deporte? Pues se sube a Max de Toro Rosso a Red Bull porque la estandarización impide que Faenza haga sombra a Milton Keynes...

Sois gente inteligente y creo que ya habéis pillado la idea. El mundo es el que es y no sé si vale la pena intentar cambiarlo, pero hubo otro antes y conviene no olvidarlo porque en él había más espacio para la alegría. 

Entrenamientos casi a cualquier hora y ¡zas!, el Wolf WR1 vence en su primera participación en un Mundial con Jody Scheckter a los mandos. La normativa sólo habla de medidas máximas y mínimas y Colin Chapman y Peter Wright paren el Lotus 78 y su efecto suelo. El reglamento ha minusvalorado las posibilidades de los turboalimentados, y Renault planta en pista The Yellow Teapot. Goodyear es el principal proveedor de gomas, pero los franceses enseñan las posibilidades de las Michelin y las Michelin se quedan. Barnard necesita un motor adecuado a su diseño de chasis y Porsche (TAG Heuer) se lo sirve en bandeja...

Hay ejemplos a patadas a lo largo y ancho de nuestra historia, como el que decora esta entrada, el P34 de Tyrrell (1977)... Pero todo eso se terminó en cuanto tomaron el mando los que necesitaban controlar nuestra competición para servir a los intereses del negocio. ¿Es cara la creatividad? Yo diría tajante que no, fundamentalmente porque en lo nuestro no conozco ninguna idea que haya muerto de éxito. Ahora bien, sé de unas cuantas que han fallecido, o están a punto de estirar la pata en Fórmula 1, gracias a la estandarización de los demonios.

Os leo.