miércoles, 29 de noviembre de 2017

Tranquilos, sólo es una pegata


Hay días en que no puedes evitar el hartazgo más absoluto, y ni os cuento si encima te ves en la obligación de escribir por la tarde sobre el mismo individuo que por la mañana ya que la actualidad tiene sus reglas y hay que aceptarlas siempre.

A ver cómo lo digo sin herir a nadie: creo que Alfa Romeo tiene suficiente entidad en el motorsport como para reclamar a don Sergio Marchionne alguna molestia extra a la hora de plantear su retorno a la Fórmula 1. Cualquier otra salida supone una despreciable falta de respeto tanto a la tradición de la milanesa como a los aficionados a este deporte.

Tenemos reciente la vuelta de Mercedes-Benz a la máxima, así que nos podemos ahorrar unas líneas sobre lo que supone un retorno en toda regla tras décadas de ausencia. A la Fórmula 1 se vuelve para vencer o, acaso, para rendir tributo a la competición, el resto son pamplinas, maniobras de mercadotencia como la que nos entretuvieron cuando volvió Lotus para hacer el indio en pista, que si llega a vivir Colin Chapman en 2012, más de uno se estaría tragando todavía la librea dorada sobre negro que trataba de recordar a John Player Special.

No me cabe ninguna duda de que tanto Sauber como Maranello salen ganando con esta historia, pero aterricemos, por favor: ni Hinwil es lo que era ahora que sus riendas las lleva un fondo de inversión, ni Alfa Romeo va a dejar de ser un experimento chorra que viene de la mano de un chorra al que le gustan este tipo de experimentos. 

Siendo Marchionne nuestro protagonista, tampoco debería sorprendernos que haya decidido orinar sobre una historia magnífica con tal de vender más autos y ayudar a reflotar una marca que perdió quintales de feeling a partir de su aterrizaje en FIAT.

Hace relativamente poco hablábamos aquí mismo del juego de nombres tan tradicional en nuestro entorno cercano, de las banderas de compromiso [McLaren-TAG], pero ¡hombre de Dios!, que al nuevo proyecto lo vamos a llamar Alfa Romeo-Sauber, ¡con dos cojones!, y tiene más de talonario que de esencia deportiva...

Unidad de potencia Ferrari con tapa motor Alfa Romeo y ahí se acaba todo. Y los rivales y la prensa anglosajona temen tanto el regreso de la de Milán después de 30 años de ausencia, que ni se han tomado la molestia de fostiarla como hicieron con Honda en 2015. Todo muy creíble, todo muy respetuoso, todo muy al estilo Marchionne. Pero tranquilos, sólo se trata de una pegata. Leclerc y Giovinazzi, si al final se cumple el guión, lidiarán con parecido hierro al de Wehrlein y Ericsson. La Fórmula 1 es así de cruel para todos.

Os leo.

2 comentarios:

enrique dijo...

Será curioso cual va a ser el papel de Haas la próxima temporada. Aston Martin ha hecho lo mismo con Red Bull. Es un reflejo de lo que es el mundo hoy; una suerte de apariencias con muy poco sustento y sin personalidad alguna.

anonimo dijo...

}Lo difícil este año es el "mientrastanto". Para los proyectos a largo plazo (luego que cambie el reglamento de los híbridos) pareciera ser que Aston Martin, Porsche, Ilmor, y tal vez otros fabricantes podrían estar como motoristas en la F1; si hasta se aventuró en algunos sitios que McL iba a llevar motor propio.
Pero a corto plazo (2018) vamos a ver cómo se echaron las cartas. ¿Renault va a ser todo lo bueno que anunció? ¿El supuesto interés de Ferrari en tener un equipo propio "à la" Red Bull-Toro Rosso va a redondear en este disfraz de Alfa Romeo? ¿Este Alfa Romeo-Sauber va a continuar teniendo una UP de años anteriores con mas parecido a un triciclo a pedales que a un F1 o va a ser mas parecido a Haas?