No andaba muy descaminado el otro día [¡Que viva el vino!], en la lista de prioridades, Liberty tenía apuntado como principal problema no a Ferrari, sino a Bernie, y según comenta el británico, el lunes pasado la americana le pidió que abandonase su puesto en el puente, al timón, y que pasase a partir de ese instante a la reserva, esta vez como Presidente Honorífico de la F1...
Pero la agenda manda y aunque tengo que sacar ganas de donde no hay a estas horas, la verdad, vamos con una nueva entrada de las muchas que tengo en lista de espera porque una cosa lleva a la otra y porque se me ha ocurrido pensar en que tal vez, sólo tal vez, mientras nosotros y la prensa internacional y patria estábamos en la inopia de lo que sucedía, a Pirelli le ha dado tiempo para ponerse una tirita antes de la herida, avisando de que tal vez las cosas en 2017 no serán como se prometían.
La italiana sí que ha sido la niña de los ojos de la Bruja de Blancanieves. Desde que amaneció en nuestro deporte porque a Bridgestone no le compensaba continuar hiriendo su imagen de marca siguiendo los dictados de vaya usted a saber quién, la milanesa ha sido defendida a capa y espada por el único ser humano que podía defenderla: Bernard Charles Ecclestone, el gran titiritero.
Y si a éste le han cortado los hilos (todos los tenemos) allá como hace ahora una semana, resulta lógico pensar que Pirelli se hay podido sentir huérfana durante este tiempo —incluso antes, ya que Bernie ya se lo sabía—, porque el siguiente en la lista puede ser Charlie (Whiting), y después puede venir el caos...
¿Cambio de planes? ¿Otras o nuevas posibilidades...?
Lo cierto es que Paul Hembery, en apenas diez días, ha venido a alertarnos de que a lo peor en 2017 sólo vamos a una parada por prueba [dentro enlace] y que con suerte igual vemos alguna carrera que no consista en un trenecito de coches de colores [dentro enlace]. ¿Se cumplen las expectativas? No, desde luego que no [dentro enlace].
Pirelli se ha quedado sin amo que la mande y sin protector que la proteja, sola ante los nuevos tiempos que vienen, que quiera Dios que vengan definitivamente, siquiera para abrir las ventanas y corra el aire. Se presupone que a partir de ahora primarán los resultados —y que nuestros ojos lo vean—, pero la italiana empieza mal esta nueva etapa diciendo Diego donde dijo digo. Quién sabe si tardará mucho en echar la culpa a los equipos y sus exigencias.
Y si en Montmeló no llueve se moja la pista, porque es igual sobrevivir a un diluvio que hacer un plié con gomas mixtas sobre el agua justita para que se mojen las suelas de las zapatillas...
Os leo.
Y si en Montmeló no llueve se moja la pista, porque es igual sobrevivir a un diluvio que hacer un plié con gomas mixtas sobre el agua justita para que se mojen las suelas de las zapatillas...
Os leo.
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