sábado, 11 de junio de 2016

Proponiendo galgos


Aunque lo invoquemos con tesón, no existe ese lugar idílico al que nos referimos los aficionados cuando la insatisfacción nos asfixia. En realidad, no sería uno, sino muchos. 

Por concretar, se puede decir que cada seguidor tiene el suyo, pero puesto que la media de edad de redactores y fans ha bajado que es una barbaridad, nos encontramos en la actualidad con que el espejo de referencias donde nos miramos, abunda en los años finales de los ochenta y comienzos de los noventa del siglo pasado. 

No fueron precisamente épocas tranquilas. El paso del tiempo las ha edulcorado bastante, y es sintomático este aspecto, ya que mientras hay quien ve que no es justo que se cambie en 2017 la normativa estrenada en 2014, con el fin de terminar con la hegemonía de Mercedes AMG, sigue mirando atrás como si entonces el monte fuese todo orégano, y nada más lejos.

La Federación seguía empeñada en controlar un cotarro que se había desmandado desde que hicieron acto de presencia el efecto suelo y los motores turbo en las postrimerías de los años setenta del siglo XX, pero la electrónica venía empujando y Adrian Newey iba a esbozar la filosofía de las décadas siguientes en su Leyton House CG901 (1990)... Problemas y más problemas, y como respuesta, soluciones más soluciones. La historia de toda la vida. Los reguladores un paso por detrás de los ingenieros y el mismo afán por evitar la presencia de galgos sobre la pista.

Bien, ha llovido mucho, los reglamentos son más rígidos ahora y además, están consesuados, pero lo que no ha cambiado un ápice es lo que decía más arriba: la FIA responde con más normativa a situaciones concretas con la intención de mejorar la competición. Puede que no nos guste, pero así ha sido siempre en Fórmula 1, entre otras cosas porque la máxima disciplina consiste en un conjunto de reglas (fórmula) que definen una etapa concreta del deporte.

Y aquí estamos, sufriendo los rigores e inclemencias de un contexto normativo que ha fallado en sus propósitos iniciales y requiere de una solución inmediata. Lamentablemente, que el paso que se va a dar sea bueno o malo sólo nos lo dirá el tiempo.

Ahora bien, como he comentado más de una docena de veces aquí mismo, yo no apostaría por él porque el problema crucial se viene replicando sin que nadie parezca mostrar intención de arreglarlo. Y es que los galgos no lo son en sentido estrico, ya que han existido desde que esto es así, la madre del cordero está en que su competencia está condenada a no alcanzarlos desde 2009 a esta parte, y con el agravante de que conforme transcurren las temporadas, el margen de respuesta se va reduciendo.

Si nadie lo remedia, con escasez de entrenamientos, con un reglamento tan extremadamente puntilloso que apenas deja lugar a la creatividad, quien dé primero en 2017 tendrá la mayoría de papeletas para marcar una nueva época, simplemente porque no habrá contrincante que se le acerque.

Pero no me hagáis mucho caso, yo soy viejuno.

Os leo.

1 comentario:

Bertor dijo...

Desde luego, una F1 en la que se cambian las normas y un equipo coge la batuta hasta que se vuelven a cambiar, no es nada atractiva. Hablamos tanto de Alonso, y casi nadie recuerda que ganó en una época en la que ganar un campeonato se lograba sufriendo, sin tener un coche que le saca más de un segundo por vuelta al resto...

Sinceramente, me encantaría que un año se les fuese la pinza a Charlie, Bernie y a los mandamases, que se olvidaran (ojalá fuese tan fácil) de ahorro, consumo y equidad, y que ese año estuviese todo permitido. ¿Alguien puede imaginarlo? Si hace más de 30 años apareció un Tyrrell con 6 ruedas, ¿qué podría hacerse con la tecnología actual?

Evidentemente, esto limitaría la competición a dos o tres equipos, dejando al resto como meros espectadores en pista, pero no sé yo si la situación actual difiere mucho de eso...