Songs of mass destruction

Mañana todo será diferente. No sé a qué hora ni me interesa, la verdad, el futuro inmediato de Fernando comenzará a ser oficialmente sellado lejos de La Scuderia, lo que para muchos seguidores de la rossa y el asturiano, entre los que me encuentro, supondrá un trago difícil de sobrellevar salvo que recurramos a hacer ejercicios espirituales agarrados a una jarra de cerveza, un vaso de vino o en mi caso concreto, a un generoso Macallan 18 años acompañado de mi inseparable pipa.

Me he ido haciendo más y más viejo a vuestro lado. Hemos vivido juntos practicamente de todo, yo leyéndoos y vosotros aguantando mis sonoros silencios; hombro con hombro, soportando como hemos podido eso que llaman realidad los que nunca han entendido que el ser humano también se nutre de sueños. En este sentido, tengo que confesar que estos últimos cinco años me han resultado sumamente estimulantes porque dos de mis más profundos anhelos, decidieron confluir en un ya lejano 2010.

Echando la vista atrás, admito que absolutamente todo ha merecido la pena, incluso leer a día de hoy que alguien se refiera a quien os está escribiendo en los siguientes términos: «muestra más interés en ensalzar a Alo que en profundizar en la verdad y en la reflexión...»

¡Manda cojones lo caras que se han puesto las últimas entradas y lo facilón que sale sembrar dudas! ¡Manda huevos, también, lo sencillo que resulta tirar al plato...! En fin, de julio a esta parte, como bien sabéis, esta zona minúscula del mundo ha sufrido el asedio de la estulticia en estado puro, ya que al diablo se le ocurre intentar amilanar al segundo hijo de Julián y Matilde. Y es que he dicho tantas veces que superadas las 2.000 entradas me iba, que comprendo que alguien con menos de dos dedos de frente soñara con ponerse la medalla de trofeo tan aparentemente asequible.

He mencionado tantas veces que me mantendría en pie mientras me divirtiese, que asumo que haya quien piense que aburriéndome, lograría sacarme a la cuneta. Pero hoy, 30 de noviembre de 2014, noche negra como boca de lobo sobre Gorliz, renuevo mis votos porque sí, porque me da la gana, porque visionando los dos documentales que ha realizado Antena3 sobre nuestro bicampeón del mundo, he comprendido que llevo siete años largos escribiendo sobre todo eso que rodea a un tipo fantástico en todos los sentidos, que si en vez de haber nacido en Oviedo hubiese visto las primeras luces en Southampton y se llamase James Oswald Smith y no Fernando Alonso Díaz, sería aclamado en España como O'Rey, como llaman a Pelé en su tierra...

Su tierra... quizás sea eso lo que falla. 

Emerson Fittipaldi consiguió tras su primer campeonato mundial concitar a toda una nación como Brasil, alrededor de un deporte europeo que no conocía ni su padre. Hoy, la afición brasileña al automovilismo es mundialmente conocida por su fervor deportivo y por cómo adora a su pilotos. Pero aquí, lo que ha conseguido el Nano es que todavía no me hayan dado entrada en un blog que se proclama antialonsista, tras haber cursado solicitud de ingreso hace como una semana...

No me distraigo ni pretendo aburriros. No sé si hago falta o si sobro, pero me va la jarana. Aguantaré la tralla de ver a Fernando en McLaren y ese sindiós de que Vettel lidere mi Ferrari, pero os lo cuento en primera persona como la madre que me parió.

Os leo.