Vettelazo [Japón]

Tal y como andan los patios del espectáculo según y como nos viene acostumbrando la FIA, el G.P. de Japón encajaba perfectamente en el guión. A colación de esta verdad como un templo, si uno fuese tan arrogante como para pedir peras a un olmo, lo lógico sería afirmar que la carrera fue un absoluto aburrimiento, ya que se limitó a cubrir el expediente con alguna sorpresa que otra. Sin embargo, si uno es optimista y se toma la vida como viene, conformándose con disfrutar con cualquier tontería, hasta se puede decir que fue entretenida… Obviamente, es mi caso.

Así las cosas, me desperté pronto, sintonicé el televisor, y vi cómo se daba la salida a una parrilla que no la reconocía ni la madre que la parió. 

A partir de ahí disfruté con la madurez de Sebastian Vettel y maldije que los sueños de Lucio no se hubieran hecho realidad a finales de 2007, porque Fernando, además de salir retrasadísimo gracias al encaje de bolillos perpetrado por los comisarios el sábado por la tarde, para colmo de males se veía envuelto en el embotellamiento provocado por Buemi, a resultas de lo cual ya estaba claro demasiado pronto que no íbamos a rascar nada. Delante (único lugar que me pareció interesante gracias a que la realización apenas hizo caso de lo que ocurría en lugares menos nobles), Vettel se escapaba sin contestación de un Hamilton a quien su motor Mercedes-Benz no parecía responder como debía, y de un Trulli que estaba exultante con un Toyota que parecía haber renacido de sus cenizas, llevándose la segunda posición a la espalda, a golpe de estrategia.

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No quiero ser mentiroso. La verdad es que a estas alturas de la película sólo soy capaz de recordar a los hombres que compusieron el podio y el trastazo que se metía Jaime, accidente que provocaba una salida del Safety Car casi a término de la prueba, y que duró lo suyo, para qué vamos a negarlo, ayudando a reagrupar mucho a los monoplazas, como queriendo dar una última oportunidad a alguien que no pudo aprovecharla porque los cálculos fueron demasiado erróneos.

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Tengo una teoría. La escribí ayer y la he pasado a limpio esta mañana. La cosa iría de que como está el campeonato tan triste que no atrae a casi nadie, se procede a precocinar una carreruca guapa desde el mismo sábado. Para ello se mete a los Brawn en posiciones de montonera liviana, para facilitar que sean otros los que se calcen los puntos que aporten algo de vidilla a un asunto que huele a cadáver. Con Webber descartado desde Singapur, y lastrado saliendo desde garajes en Suzuka, y con Vettel en la pole, pero presuponiéndole unas carencias sobre seco que lo descartarían pronto, o cualquier problema mecánico que originara similar resultado, se estira el espectáculo hasta Interlagos y llegamos a Abu Dhabi con la tensión por los cielos. De que así fuera debería haberse encargado Lewis Hamilton, que aunque salía desde la tercera plaza, disponía sobre el papel del mejor motor de la parrilla, y del KERS, chisme que le debería haber situado en cabeza en pocas vueltas, pues el circuito nipón es un rápido…

Pero todo se torció cuando Vettel se cerró en la salida a derechas, y cuando Jarno hacía lo propio a izquierdas, buscando la trayectoria correcta, vaya. Sí, Lewis enseñaba el morro al coche austriaco en la primera curva, pero no podía hacer más, como se vio en seguida. Como el asunto no tenía visos de mejora, aprovechando que Alguersuari lo servía en bandeja, salía el bendito SF para intentar el milagro in extremis, brindando una oportunidad única a aquellos coches que llevasen el KERS puesto (esto que digo se le escapó también a Pedro), pero tampoco hubo tu tía, porque ayer el RS27 Renault fue el mejor motor, y el RB05 el mejor chasis, y porque Sebastian estuvo que se salía de contundente y grandote, de forma y manera que el alemán se metía en la lucha por el mundial cuando nadie lo esperaba.

¡Con lo sencillo que habría resultado todo si hubiese ganado Lewis! ¿No querían chocolate? ¡Toma taza y media!

Como digo más arriba, es sólo una teoría surgida de mi necesidad de matar el rato de manera productiva, pero ¿a que tiene su aquél?

Os leo.