Sir Lewis

Así quedó el coche de Kimi tras ser embestido por el de Lewis Hamilton. Ahí queda el rastro del hijo de Anthony Hamilton después de atacar la trasera del por entonces campeón mundial bajo la mirada atenta del semáforo rojo. Sí, el británico podía haber elegido a Robert Kubica, pero eligió al finlandés, arruinándole la carrera, la autoestima, y apartándolo de la lucha por el Mundial 2008. Ocurría en Canadá, pero eso importa poco, o sencillamente nada.

Si la cosa hubiera sido un hecho aislado tal vez jamás me habría animado a escribir esta entrada, pero el caso es que en Spa, a pesar de que el MP4/23 número 22 recortaba segundos al Ferrari de Raikkonen a un ritmo sobresaliente, el piloto de McLaren decidió atacar al coche rojo en Bus Stop por ver si Kimi tenía más pelotas (sic), perdía los nervios, y se salía (que se salió, aunque un poco más tarde); y para remate, volvía a jugar sucio en Fuji, en una arrancada que repetiré hasta la extenuación que merecía una bandera negra por peligrosa y extemporánea.

Si el comportamiento del chaval pudiera ser achacado al exceso de testosterona, a su juventud e inexperiencia, tal vez jamás me habría permitido resaltarlo a dos meses de haber terminado la temporada, porque ha habido otras notables hazañas, aunque le hayan reportado menos réditos que las que ha protagonizado con los de Maranello de por medio, pero como se han empeñado en que el muchacho sabe usar la calculadora, y lo acaban de enmarcar con la Orden del Imperio Británico vaya usted a saber por qué, me veo en la obligación de destacar su calaña, porque entre unas cosas y otras el tipo se ha levantado el título a base de quitar de en medio a sus rivales.

En total 22 puntitos de nada que le ha merendado a Kimi (10 en Canadá, 8 en Bélgica y 4 en Japón) y otros 6 a Massa (Japón), yendo en plan razonable… ¿Me vais siguiendo?

No sé en qué coño andaba pensando Su Majestad Británica al decidir otorgarle tal distinción al hijo de Anthony Hamilton (seguramente en los impuestos, ¡en fin!), pero en resaltar sus virtudes para que sirvan de ejemplo a nadie me temo que no, ya que los atribulados ciudadanos de la Gran Bretaña no se merecen que les encalomen tamaño ejemplo social.

Y es que la miga de este asunto está en que ya hay quien ha equiparado el puñetero reconocimiento que le van a colgar en breve a Lewis, con el Príncipe de Asturias del Deporte que le dieron hace unos años a Fernando Alonso y en 2007 a Michael Schumacher, y hasta ahí podíamos llegar, digo yo, porque al Kaiser se lo otorgaron como reconocimiento al mérito de su trayectoria deportiva (intuyo que incluiría la parte correspondiente al marketing y plusvalías FOM/FIA en cuanto a derechos televisivos, etcétera) y lo doy por válido, aunque al alemán sigo viéndole demasiados peros; y al Nano por ser un exponente de superación constante para la juventud española… Vamos, que a Lewis Hamilton I lo veo demasiado verde para lo primero por mucha biografía que haya publicado, y demasiado lejos de lo segundo por mucho título mundial que guarden sus vitrinas.

Lo que me lleva a barruntar que como Isabel II siga eligiendo candidatos al tun-tún como es el caso, Gran Bretaña puede verse abocada a convertirse en República en un abrir y cerrar de ojos, o en el mejor de los casos a que los títulos que dispensa la realeza acaben sirviendo de papel higiénico en cualquier water closed. Y es que en esto, como en otras tantas cosas, merece la pena pecar de cicatero que de generoso, no vaya a ser que la Historia nos acabe pasando factura.