Habíamos dejado a Niki Lauda perdiendo una maravillosa ocasión para haber mantenido la boca cerrada, cuando en Estoril 1984 le diría a su compañero: «no te preocupes, Alain, el año que viene lo ganarás tú, porque yo te ayudaré a conseguirlo».
La frase supone una maravilla semántica. Cualquiera que no sepa que en McLaren siempre ha habido igualdad de oportunidades para sus pilotos, y que estos siempre han sido tratados en equidad de condiciones, podría llegar a pensar que el francés le había ayudado ese año; pero como no había sido así (al menos directamente), con lo cual se podía intuir que en el triunfo del austriaco había gato encerrado, que lo había. En todo caso, expresa hasta qué punto Lauda es un hombre enormemente pagado de sí mismo, como veremos dentro de unos párrafos.
Sin avanzar acontecimientos cabe decir que la salida de Alain Prost de Renault es uno de esos enigmas que sólo están al alcance de un Fox Mulder o un Ron Dennis, y que siempre acaban en el cajón de los Expedientes X, ya que nadie en su sano juicio puede entender cómo una escudería que se había alzado con la segunda plaza en el mundial de marcas de 1983, se deshace del tipo que la ha ayudado a conseguirlo y que encima logra el subcampeonato en el de pilotos, despidiéndolo de manera fulminante. Aunque no falta quien afirma que hubo por medio un lío de faldas en el que estaban involucrados El Profesor (por lo leído, algo dado a ese tipo de excesos) y la esposa de un hombre importante del equipo, lo único tangible que queda es que Alain termina en los brazos de Ron Dennis a muy buen precio.
Sin avanzar acontecimientos cabe decir que la salida de Alain Prost de Renault es uno de esos enigmas que sólo están al alcance de un Fox Mulder o un Ron Dennis, y que siempre acaban en el cajón de los Expedientes X, ya que nadie en su sano juicio puede entender cómo una escudería que se había alzado con la segunda plaza en el mundial de marcas de 1983, se deshace del tipo que la ha ayudado a conseguirlo y que encima logra el subcampeonato en el de pilotos, despidiéndolo de manera fulminante. Aunque no falta quien afirma que hubo por medio un lío de faldas en el que estaban involucrados El Profesor (por lo leído, algo dado a ese tipo de excesos) y la esposa de un hombre importante del equipo, lo único tangible que queda es que Alain termina en los brazos de Ron Dennis a muy buen precio.
Y lo del precio tiene su miga, en el sentido de que delata que la situación del francés no era lo óptima que cabría esperar de un subcampeón del mundo. Dicho en cristiano: Prost anda de saldo porque con la parrilla cerrada en contrataciones para la temporada 84, no aceptar la oferta de Dennis supone enfrentarse a un año en blanco; así las cosas, no resulta demasiado extraño pensar que Dennis pudo proponer a Prost hacer de escudero de Lauda en su última temporada (ciertamente parecía ser la última del austriaco), haciéndose cargo de la puesta a punto del MP4/2 TAG, a cambio de brindarle el triunfo en la siguiente con la seguridad de que sería el primer piloto de McLaren.
Y lo cierto es que esta idea descabellada podría haber sido corroborada por los hechos, de no haber concurrido la circunstancia de que Lauda comenzó la campaña como terminó la anterior, es decir, haciendo ostentación de que no andaba muy fino (de 8 carreras, abandonó en 5), poniendo en evidencia sus carencias y que la soberbia calidad de Alain le habría permitido obtener su primer título sin mayores sobresaltos. Pero como esto no estaba en el guión y a Lauda había que rentabilizarlo como fuera, resultaba demasiado conveniente que el francés se eclipsara un poco a favor de Niki, y si no podía ser por las buenas (Lauda andaba de nones en lo de aprenderse los párrafos, al menos hasta mitad de temporada), bien podía ser por las malas (es una idea, nada más).
Sea como fuere, el ególatra Lauda se salva del ridículo que habría supuesto sucumbir ante un supuesto novato de la misma manera que lo había hecho con un veterano como Watson, y decide prolongar un año más su agonía por los circuitos por ver si consigue cumplir con su palabra. Pero por suerte, a Prost no le hacen falta ese tipo de ayudas y se alza con el título prometido como recompensa a su buena conducta durante el 84, demostrando lo que vale sobre el asfalto al obtener 5 victorias, 2 segundos puestos y 4 terceros (el austriaco se abona a 11 abandonos y sólo consigue 1 victoria, 1 cuarto y 1 quinto puestos durante la campaña, antes de retirarse definitivamente de los circuitos).
Para ese momento, Dennis ya tiene perfilada su peculiar filosofía, que consiste, nada más y nada menos, que en pagar religiosamente los servicios prestados por aquellos que aceptan plegarse a sus dictados, mientras sigue jugando a lo que juegan todos en El Circo, a un piloto estrella y a un escudero que lo cubra.
En 1986, el francés podrá revalidar su título compartiendo equipo con un Keke Rosberg (campeón del mundo en 1982, Williams) que no pasa por uno de sus mejores momentos. Anunciando que quería abandonar a finales de 1984, aguantó un año más en Williams, quedando tercero en el mundial de 1985. Junto a Alain sólo obtendría la sexto plaza sin lograr ninguna victoria, retirándose definitivamente al final de aquella temporada.
Y en 1987, como comparsa del galo llegará Stefan Johansson, quien está acostumbrado al puesto de secundario pues ya ha ejercido como tal en Ferrari para Michele Alboreto, sustituyendo a René Arnoux. Las cifras son también elocuentes: el francés quedará cuarto con 3 victorias, y el sueco sexto, con ninguna.
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