Con siete podios, la pole en Hungría y casi 100 puntos por encima de su compañero (242 contra 156), bien podemos decir que Charles Leclerc ha salvado la temporada a Ferrari... si se puede hablar así de que la rossa haya firmado (as usual) una campaña en la que se ha vuelto a romper los dientes.
Se ha comprobado que sacar a Carlos no fue una gran idea y que comprar a Lewis ha resultado un engendro todavía peor, y todo, desde mi humilde punto de vista, por no haber mandado a Fred Vasseur a tomar por donde amargan los pepinos en cuanto dio muestras de que, como ya suponíamos cuando fue anunciado, La Scuderia le venía muy grande al francés.
A ver, el esquema 1-2 funciona muy bien en la cabecita de los mediocres y siempre que cuentes con un 1 como Dios manda y un 2 al que puedes atar en corto y poner zancadillas sin que el asunto cante demasiado, el resto, y dicho con todos mis respetos, son experimentos que suelen desembocar en desastre, como ha pasado este año en Maranello, por ejemplo.
Habíamos arrancado 2025 y no había que ser especialmente listo para ver que Leclerc era el tipo que podía sacar las castañas del fuego a Ferrari. El caso es que monsieur Frédéric debería haberse ajustado los pantalones en ese preciso instante, tomar el mando, vaya, priorizando al monegasco por encima de la nueva adquisición, pero, para sorpresa de nadie, abordó el camino contrario, quién sabe si esperando la improbable resurrección del heptacampeón.
Charles se ha impuesto a Lewis de forma holgada, aunque de una manera tan poco explotada mediáticamente y con tan poco recorrido intramuros, que hay que volver a posar los ojos en Vasseur y su manera estúpida de comprender la competición, para entender que 2026 puede resultar incluso peor que 2025, ya que Hamilton hará de divino número 1 y a Leclerc le tocará seguir bailando con la más fea aunque no lo merezca.
Os leo.
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