martes, 28 de marzo de 2023

El 2000GT, el Ferrari japonés

La pieza que visitamos hoy en Nürbu es considerada por muchos como uno de los deportivos más bellos de todos los tiempos, aunque, por increíble que parezca, también tenemos que viajar hasta los sesenta del siglo pasado para disfrutarla en toda su magnitud.

No es que actualmente escasee la creatividad, todo se reduce a que antiguamente se trataba de aunar belleza y prestaciones sin atender tanto a circunstancias que hoy las comprometen. Así las cosas, las fábricas producían coches que colmaban a sus clientes en todos los aspectos y en el más amplio sentido de la palabra, desde el estético —solía ser una prioridad— al mecánico, y sin que importasen los consumos, las emisiones o las veces que había que pasar por el garaje por temas de mantenimiento.

Ferrari había alumbrado en 1962 su fabuloso 250 GTO. Tan sólo cuatro años después, Lamborghini ponía en la calle una de sus más radicales e innovadoras propuestas, el Miura P400, y, al otro lado del globo, Toyota buscaba satisfacer las ansias deportivas de una clientela muy venida arriba con el amplio eco que estaba cosechando el motorsport en el país del Sol Naciente, sacando de sus cadenas de montaje el 2000GT de 1967, nuestro protagonista, trasto del que únicamente se produjeron 351 unidades hasta 1970, un biplaza que no pretendía medirse con los santones italianos pero sí con el Porsche 911.

Con una configuración de motor delantero y tracción trasera, el 2000GT era potente y a la vez estable, lo que facilitó su inmediata colocación en un nicho comercial que no buscaba correr riesgos pero disponía de dinero para gastarlo adquiriendo caprichitos. No obstante, su éxito en Estados Unidos y Europa permitió romper rápidamente este sutil techo de cristal y convertirlo en un codiciado objeto de deseo para conductores con ansias de encontrar su nervio y domarlo, además de ligar con él, of course!

La intervención de Yamaha en la fase de ensamblaje complicó bastante la culminación de este anhelo. El propulsor atmosférico de 1.998 cc consistía en un 6 cilindros en línea con doble árbol de levas, que entregaba 150 caballos de potencia a 6.600 revoluciones por minuto, con un par nominal de 175 Nm a 5.000, en cuarta marcha, la directa. Del resto se encargaba un minucioso montaje que transmitía pocas vibraciones al habitáculo y aseguraba un buen agarre al suelo en todo tipo de terreno, así como una notable velocidad punta y una estupenda respuesta a las órdenes dadas desde el volante.


El Toyota 2000GT era una virguería dócil y fiable, pero, sobre todo, bonita hasta decir basta gracias a su carrocería creada por Satoru Nozaki.

El modelo 1/43 que traigo esta tarde al blog pertenece al catálogo de Kyosho a esa escala, que, como podéis apreciar en la imagen de más arriba, responde perfectamente a los estándares de la marca japonesa: buen acabado a partir de la copia de una escultura hecha a mano que no olvida ni la fidelidad ni el detalle.

Os leo.

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