El guardaespaldas

Me tiene intrigado de dónde ha salido ese pensamiento colateral que exige a Red Bull que dé una oportunidad a Checo Pérez (sic). La austriaca ya se la ha dado y el mexicano está respondiendo, a mi modo de ver, bastante mejor de lo que cabría pensar para un cambio tan radical de mecánica y planteamiento aerodinámico, amén de lo que le ha supuesto pasar de plataformas de montonera a la segunda escudería beligerante de la parrilla.

No sé, pedir está bien pero tampoco podemos obnubilarnos subiéndonos a la parra. Pérez es el segundo de Verstappen en un equipo donde desayunan, almuerzan y cenan, con una presión descomunal como primer plato y postre. 

Lo hemos dicho y lo seguiré repitiendo: disfrutar de un piloto como el de Guadalajara es casi una obligación. Ha habido carreras en las que Milton Keynes no le ha dado lo que tal vez necesitaba, otras en las que ha sido él quien no se ha mostrado a la altura, otras en las que ha sobresalido con nombre propio, y luego ha estado un Gran Premio de Turquía donde su cometido era proteger a Max de los colmillos de Lewis y firmaba su soberbia actuación dejando atrás al británico y pisando el podio.

La Historia de nuestro deporte rebosa Checos, grandiosos conductores que cumplieron su labor de forma impecable para que otros se llevaran la gloria. Eran guardaespaldas que habían elegido ese trabajo porque no todo el mundo vale para su desempeño, pero lo último que imaginaba era, viendo cómo abusamos del pasado o cómo nos adormecemos con una épica que, desgraciadamente, ya no existe, que no íbamos a reconocer en Sergio la auténtica esencia de la Fórmula 1. No es uno de los elegidos, seguramente no es Pedro ni Ricardo —los suyos eran otros tiempos—, pero es Sergio Pérez, un segundo magnífico, un tío que, a su manera, está escribiendo una hermosa página del automovilismo deportivo mexicano para deleite de los que le seguimos.

No reconocerlo es bastante idiota, pero tampoco me voy a poner a afear a la peña en las últimas líneas de esta entrada, vosotros ya me entendéis. Si finalmente vence Verstappen en el Mundial quizá nadie destaque su contribución, pero para eso estamos nosotros, los sufridos aficionados que recordamos a Collins, a Reutemann, a Villeneuve con Scheckter, a Regazzoni, a Cevert, a Barrichello en las tantas de Schumacher y en la de Button...

La vida es injusta, no vamos a cambiarla ahora, ni tampoco resulta oportuno que se pidan peras a un olmo. Checo está sacando astillas a la oportunidad que le ha brindado Red Bull, y parece muy de postureo pedir que Milton Keynes lo suba a primer piloto. 

No va a ocurrir, ni ocurrirá nunca porque Pérez ha elegido esto a conformarse con dejar de competir. Respetémosle, disfrutémosle, como decía antes, y aceptemos que la vida es un sitio donde no siempre ocurre lo que deseamos, y, sobre todo, dejemos en paz a nuestro chico, porque además de con lo que tiene que bregar en el día a día, sólo le falta tener que aguantar a cuatro gilipollas que piden escenarios hipotéticos a Papá Noel por Navidad.

Os leo.