Me he despertado recordando la conversación que mantuvieron Fernando y Jenson el año pasado durante los primeros compases del Gran Premio de Mónaco, cuando McLaren conectó con Indianápolis y el piloto británico advirtió al español que se iba a hacer pipí en el habitáculo de su coche...
La escapada de Alonso había sentado mal a los de la Cofradía de las Santas Buenas Formas. El asturiano sacrificaba el Gran Premio de Mónaco para hacer pinitos en la Indy 500 y aquello resultaba feo, un desaire, una pataleta de un tipo consentido por sus jefes que debía haberlo dejado hacía tiempo, aunque a la postre, nos iba a permitir disfrutar del gran Button al volante del MCL32. Como parte buena —toda historia amarga la tiene, ¿qué pensábais?—, se entendía que con Bernie estas cosas no sucedían, ergo, Liberty estaba haciendo el deporte más asequible.
La verdad es que en Nürbu no nos pillaba de nuevas. Llevábamos suficiente tiempo advirtiendo de la necesidad de un cambio de aires, incluso con Ecclestone al mando, como para que saludáramos doblemente que poco a poco se fuesen abandonando los corsés.
La sencillez y cercanía se estaban abriendo paso por pura necesidad. Se notaba en el ambiente ya entonces y doce meses después cualquiera diría que no hay Dios que las pare. Bernie se quejaba del pandemonium que se había montado alrededor de la actividad y seguramente lo habría arreglado a su manera, pero ha sido Liberty Media la que ha empezado a mover cartas en el asunto, lo que sin duda acarreará que más de uno se abra las venas porque sus tesoritos han comenzado a perder valor y lo van a seguir perdiendo.
El espectáculo precisa de ampliar sus fronteras para ser rentable y eso nos lleva a que haya más chicha para el que ve la Fórmula 1 por el televisor o a través de la pantalla de un ordenador sin moverse de casa, que para el que insiste en que no se puede hablar si no se pisa circuito, eso sí, conectadísimo vía wifi a lo mismo que recibe el que supuestamente no mueve el culo...
Como remate ahora vienen FIA y Pirelli y le dan la razón a Antonio Lobato en aquello de sintetizar conceptos: aunque siga habiendo muchas más diferencias entre compuestos, nominalmente sólo habrá neumáticos blandos, medios y duros, porque la gente precisa entender qué se cuece sobre el asfalto sin necesidad de calculadora y traductor de contenidos. Y el caso es que el periodista de Oviedo ya venía ganando la partida de las audiencias con su formato más asequible en Movistar que los anteriores. Y Alonso también la está ganando la suya porque no arrastra sólo en España, impulsa el automovilismo allá donde interviene.
Es un signo de los tiempos, concretamente de cómo cambian de rápido. Bien mirado tampoco hay por qué tirarse de los pelos. El guindo no está tan alto como para no poder bajarse de él con escalera o cuerda, so pena, en caso contrario, de que la realidad y sus circunstancias acaben derribando a quien se empeñe en habitar entre sus ramas. En todo caso, ellos verán qué hacen con sus huesos: el boinazo contra el suelo avisa que será épico.
Con Jenson en la retina, feliz miércoles. Os leo.
La escapada de Alonso había sentado mal a los de la Cofradía de las Santas Buenas Formas. El asturiano sacrificaba el Gran Premio de Mónaco para hacer pinitos en la Indy 500 y aquello resultaba feo, un desaire, una pataleta de un tipo consentido por sus jefes que debía haberlo dejado hacía tiempo, aunque a la postre, nos iba a permitir disfrutar del gran Button al volante del MCL32. Como parte buena —toda historia amarga la tiene, ¿qué pensábais?—, se entendía que con Bernie estas cosas no sucedían, ergo, Liberty estaba haciendo el deporte más asequible.
La verdad es que en Nürbu no nos pillaba de nuevas. Llevábamos suficiente tiempo advirtiendo de la necesidad de un cambio de aires, incluso con Ecclestone al mando, como para que saludáramos doblemente que poco a poco se fuesen abandonando los corsés.
La sencillez y cercanía se estaban abriendo paso por pura necesidad. Se notaba en el ambiente ya entonces y doce meses después cualquiera diría que no hay Dios que las pare. Bernie se quejaba del pandemonium que se había montado alrededor de la actividad y seguramente lo habría arreglado a su manera, pero ha sido Liberty Media la que ha empezado a mover cartas en el asunto, lo que sin duda acarreará que más de uno se abra las venas porque sus tesoritos han comenzado a perder valor y lo van a seguir perdiendo.
El espectáculo precisa de ampliar sus fronteras para ser rentable y eso nos lleva a que haya más chicha para el que ve la Fórmula 1 por el televisor o a través de la pantalla de un ordenador sin moverse de casa, que para el que insiste en que no se puede hablar si no se pisa circuito, eso sí, conectadísimo vía wifi a lo mismo que recibe el que supuestamente no mueve el culo...
Como remate ahora vienen FIA y Pirelli y le dan la razón a Antonio Lobato en aquello de sintetizar conceptos: aunque siga habiendo muchas más diferencias entre compuestos, nominalmente sólo habrá neumáticos blandos, medios y duros, porque la gente precisa entender qué se cuece sobre el asfalto sin necesidad de calculadora y traductor de contenidos. Y el caso es que el periodista de Oviedo ya venía ganando la partida de las audiencias con su formato más asequible en Movistar que los anteriores. Y Alonso también la está ganando la suya porque no arrastra sólo en España, impulsa el automovilismo allá donde interviene.
Es un signo de los tiempos, concretamente de cómo cambian de rápido. Bien mirado tampoco hay por qué tirarse de los pelos. El guindo no está tan alto como para no poder bajarse de él con escalera o cuerda, so pena, en caso contrario, de que la realidad y sus circunstancias acaben derribando a quien se empeñe en habitar entre sus ramas. En todo caso, ellos verán qué hacen con sus huesos: el boinazo contra el suelo avisa que será épico.
Con Jenson en la retina, feliz miércoles. Os leo.
1 comentario:
"Follow the money" se dice por ahí. Hubo épocas en las que los pilotos de F1 corrían las "Mille Miglia" (antes que fueran "stórica"), y Le Mans, y turismos... Pero bueno: No había una enormidad de pasta dando vueltas por ahí. La TV prácticamente no existía, las escuadras eran... eeehhmm... digamos "artesanales" (poca ingeniería y mucha pasión), y los pilotos eran personas comunes, que comían tallarines los domingos. No eran los superatletas de hoy, ni valían tantos millones. No venía una empresa de agua embotellada a prohibirle fotos tomando cerveza.
Eran los 50s y Fangio corrió en sus años de F1 todo lo de arriba y algo más. Probó Indy (aunque no fue lo que buscaba), corrió Mille Miglia, Le Mans, Panamericana de Mexico, y cuanta cosa con motor se le ocurriera. No era solamente él: Sus compañeros estaban en la misma situación. Nuvolari corría al mismo tiempo F1, Mille Miglia, motocicletas, y vaya uno a saber qué cosas más.
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