What the fuck!

Ayer estuve a punto de declarar Día de la Patria Nürburgring o algo por el estilo, o directamente festividad de San Perejil Nonato por aquello de que cuando eche la vista atrás, encuentre con relativa facilidad el momento en que las agujas de este blog marcaron la misma hora que los relojes de Bernie Ecclestone y Adrian Newey, ahí es nada.

No todos los días vienen a darte la razón estos dos fenómenos. Lo normal es que la vida pase y en dos o tres temporadas me encuentre discutiendo en público sobre conceptos que alumbré aquí mismo cuando lo sencillo era mirar para otro lado y dejarse mecer por la corriente. 

Ocurre siempre, al menos desde que decidí ponerme a compartir mi vida con vosotros allá como un 3 de agosto de 2007. Por fortuna —entiendo que para todos—,  la gente ha perdido gusto por leer más de cuatro líneas y se queda con el título, y mis títulos son la monda, para qué vamos a negarlo, y puesto que produce cierto repelús buscarle el intríngulis al tradicional exposición/nudo/desenlace, además de malos lectores incluso nos vamos librando de los molestos troll. Pero cuando estos persisten en su actitud de acoso, pues viene Paco con la rebaja, y les llama gilipollas del culo.

Bernie Ecclestone nos venía a decir... —¡qué coño, lo dijo con todas las letras!—, que la Fórmula 1 es una mierda [Beschissene Show], lo que suena así «Ich musste dieses beschissene Produkt verkaufen, und es war mir peinlich. Alle Rennpromoter sind gute Freunde von mir, und es tat mir leid zusehen zu müssen, wie sie Mühe hatten, für diese beschissene Show Karten zu verkaufen», que en cristiano significa: «Me vi obligado a vender este producto de mierda y estaba avergonzado. Todos los promotores de las carreras son amigos míos, y lamenté verlos sufriendo problemas para vender entradas para este espectáculo de mierda.»

Por otro lado, Adrian Newey nos ha dejado alguna pista extra casi solapándose con lo dicho por la Bruja de Blancanieves [Los pilotos de F1 ya no son como gladiadores]: «No tienes esa sensación de ver a un gladiador que tenías antes. Si miras una cámara onboard de Ayrton Senna en el GP de Mónaco de 1990 piensas, ¿cómo puede conducir de esa forma? Crees que no podrías hacerlo igual ni en un millón de años...»

Desde que estrené este sitio, me he volcado en haceros comprender que la prensa británica nos la estaba metiendo doblada con la excelencia de nuestro deporte. Ni las temporadas son fabulosas de la muerte ni existen tantos parecidos con Senna... Los últimos reglamentos impedían la competición y mira tú por donde: la impedían.

Bastaba pensar un poco para descubrir de qué pelo iba la cosa y comprendo que a mucha gente lo que le cuesta es pensar, sopesar, calibrar, analizar si lo que te cuentan es cierto o hay gato encerrado detrás de cada certeza vendida. Pero Bernie y Adrian son meridianos en sus exposiciones: la Fórmula 1 actual no es buena ni merece compararse con un pasado que por desgracia no ha de volver.

Todo es de plastilina hoy. Héroes de plastilina que son equiparados sin rubor con Alain Prost porque han emulado en números al gran poeta francés. Records de plastilina, Grand Chelems de plastilina, hazañas de plastilina, y como resultado de todo ello: leyendas de papel maché.

Llevo desde hace casi once años con esta misma matraca: supeditar el deporte a los dictados del negocio no apuntaba a nada bueno. He sufrido de todo a lo largo de todo este tiempo, confesable e inconfesable, pero a fecha 25 de noviembre de 2017 me siento feliz por haber sido honesto con vosotros. Con eso me quedo. Las cuentas, si eso, me las hacen ustedes si no es mucha molestia.

Os leo.