Urge traspasar a Charlie

Quien dice Charlie Whiting dice alguno más, el caso es que no conozco tantos deportes corruptos como para hacer un traspaso provechoso (será cuestión de hablar con Joserra), pero va a misa que urge quitarnos de encima a este pedazo de manta.

Sí, ya sé que estábais esperando alguna luz que alumbre el túnel, pero paso olímpicamente de proporcionar clics a los british y adláteres, de hecho, de lo tranquilote que estoy con el asunto, me he metido entre pecho y espalda una siesta de pijama y orinal, que se decía antes. Además, ya he planteado hace tiempo mi apuesta y no es cuestión de abundar en ella, menos si cabe, teniendo en cuenta que hablando de lo que nos dicen que se hable aparcamos cuestiones sustancialmente mucho más importantes, como la que me dispongo a tratar, por ejemplo.

No tengo bolita de cristal pero gracias Dios dispongo de muy buenos contactos y ya es casualidad que todos coincidan conmigo en que el ruido es excesivo para lo que se está cociendo en Woking, de forma que aunque suene a verónica, vamos a echar el ratito hablando de un tipo que está subiendo el precio de su finiquito poniendo palos en las ruedas que intenta hacer girar Liberty.

Whiting tenía que haberse ido hace tiempo, pero admitámoslo, el británico jamás ha contemplado esa posibilidad. Su estatus es equívoco: tiene contrato con la FIA pero ha sido y sigue siendo el brazo armado de la cultura Ecclestone. Hace y deshace a su antojo y lo mismo va rápido que demoledoramente lento.

Antes de que algún plumilla de cabecera seria me tomara prestada la idea, le llamé aquí mismo Juez de la Horca, Phantly Roy Bean, el hijodesumadre enamorado platónicamente de la actriz Lillie Langtry, que impartía justicia en el Oeste como le salía del puñetero pincel. 

Charlie tiene de bueno su carota plácida, el resto es profundamente malo. Soy consciente de que alguien se alterará ahí fuera, pero me veo en la obligación moral de decir que Vettel y Hamilton no serían nadie sin él, con lo cual, esa idea de que sin coche magnífico no es posible hacer nada en Fórmula 1 precisa de apostilla, porque sin un Charlie en la vida es imposible disponer de un coche matador de la muerte y de ahí a la mismísima mierda, que decía aquél.

El truco, como insinuaba antes, está en que el de Kent depende de FIA, no de FOM, lo que le ha convertido en el último escollo a salvar por la gente de Liberty.

A Bernie resultó relativamente sencillo eliminarlo de la ecuanción, pero a Charlie no. Su contrato está blindado aunque gracias al Altísimo termina a finales de este año. En todo caso, está empeñado en dejarnos un grato recuerdo y quién sabe si a Lewis un bonito regalo, de forma que ello explica que si el espíritu del reglamento 2017 puso su énfasis en la aerodinámica en detrimento de la mecánica, él haya tenido a bien considerar que el asunto de la mezcla de aceite con el combustible admite diferentes lecturas y ahí tenemos naufragando a la coño normativa, por no decir despeñándose.

Ross Brawn mostraba hace no demasiado tiempo su urgencia por arreglar el tema de las sanciones por cambios de componentes, y uno, en su infinita ingenuidad, imaginaba que resultaría tan fácil como cuando se eliminó casi de una carrera para otra el FRIC (Front and Rear Interconnected System), o cuando se aplicó manu militari el pasamos, por cojones, por lo que nos diga Pirelli en términos de presiones de gomas.

Pero Charlie está buscando aumentar el montante de su finiquito y ahí no hay Ross que entre, que sé que nos entendemos.

La normativa 2017 está herida de muerte. Todo se está dejando para 2021 y lo cierto es que ese bendito año queda lo suficiente lejos como para sospechar que no habrá Cristo que aguante. Sobra en el escenario actual este impresentable prevaricador, pero a ver quién le pone el cascabel al gato. Brawn tiene ideas, pero para aplicarlas hay que pasar por quien ha tenido, y tiene, el mango de la sartén. Urge traspasar a este corrupto de caca que prosperaría más y mejor en otros entornos, porque está visto que no hay cojones de ponerlo a la venta ni mandarlo directamente a su casa...

Ya os digo. Os leo.