La reciente renovación de Vandoorne ha producido un pequeño seísmo entre los cazatalentos. McLaren, argumentan, debía haber dado una oportunidad a Lando Norris, indiscutible figura emergente que como todo buen piloto promesa, de momento es más promesa que buen piloto, al menos en lo que a la Fórmula 1 se refiere.
No tengo nada en contra de los jóvenes valores que hacen cola para ocupar un buen volante, pero me hablan de tal o cual émulo de Verstappen, miro luego a Lance y a mi Felipe como titulares de Williams, y se me pasa el calentón como a quien le vierten encima un balde de agua fría, que sé que me entendéis.
Ejercer de teorizador de futuribles es bastante sencillo, y, sin duda, mucho más rentable en redes sociales que hacer de ingeniero de sofá. Dices, por ejemplo, que Honda guarda en la cartera 1.007 caballos de potencia y te expones al escarnio público, pero haces como que fijas el foco en un joven valor del automovilismo y te aseguras que si el tiempo te acaba dando la razón, podrás decir al menos que le viste apoyado en una farola y supiste de inmediato que el chaval tenía urdimbre de Campeón del Mundo.
En fin, no acostumbro a jugar este juego pero también peco de vez en cuando. Sobre Vandoorne he escrito varias veces y la última fue en MomentoGP hace unos meses [Me gusta Stoffel, ¿pasa algo?], y puesto que no es cuestión de abundar en lo que expuse, quiero reiterar desde estas líneas el poco peso que se le da al trabajo de un piloto dentro de un equipo, y es que Lando, cuando se sube a un MCL32 y nos deja boquiabiertos, en sentido estricto está aprovechando una parte de la labor de hormiguita que ha realizado su compañero belga mientras los expertos le andaban removiendo el suelo y buscando recambio.
Lo de Norris es aplicable a figuras emergentes como Giovinazzi o el propio Leclerc, quien sustituirá a Wehrlein en Sauber cuando es de sobra conocido que Pascal era una firme promesa hasta que alguien decidió que se le había pasado el arroz.
Hombre, no siempre hay una Heineken por ahí que pretenda apostar por la Fórmula 1 siempre y cuando Holanda tenga su propia estrella en El Circo [Ecclestone credits Verstappen for Heineken deal]. Lo normal es que los jóvenes valores entren a formar parte de un sistema que los tritura sin compasión, en el que si no dispones de dinero apenas tienes posibilidades, y si vienes de una academia acabas convertido en moneda de cambio.
Duele escribir esto pero me resulta complicado verlo de otra manera. Oficialmente, las promesas de las academies se foguean en tal o cual escudería de abajo gracias a que forman parte del paquete económico que permite a éstas ahorrarse un dinerillo en el apartado de unidades de potencia, mientras como elemento secundario, que no menos importante, evitan con su presencia que la tecnología se filtre al enemigo. Y arriba, donde se dice que la sangre nueva es tan imprescindible, el asunto pasa por aportar experiencia porque no anda el horno para bollos.
Gunther Steiner lo tiene bastante claro [La F1 necesita equipos como Minardi para traer jóvenes pilotos], lo que me recuerda una fabulosa reflexión hecha hace meses por Marcos Fernández en su blog CurvoneF1, en la que lanzaba una pregunta al aire: «... pero si al pobre Bianchi no le hubiera pasado nada, ¿sería piloto de Ferrari en la actualidad?» [¿Las academias de pilotos sirven?].
No, pienso honestamente que Jules no habría llegado a ser piloto de Maranello porque también hacía de moneda de cambio. Visto lo visto en cuestión de prioridades, se habría quemado esperando una oportunidad y hoy seguramente estaríamos preguntándonos si Charles Leclerc no merecería su puesto en Haas o Sauber.
No tengo nada en contra de los jóvenes valores que hacen cola para ocupar un buen volante, pero me hablan de tal o cual émulo de Verstappen, miro luego a Lance y a mi Felipe como titulares de Williams, y se me pasa el calentón como a quien le vierten encima un balde de agua fría, que sé que me entendéis.
Ejercer de teorizador de futuribles es bastante sencillo, y, sin duda, mucho más rentable en redes sociales que hacer de ingeniero de sofá. Dices, por ejemplo, que Honda guarda en la cartera 1.007 caballos de potencia y te expones al escarnio público, pero haces como que fijas el foco en un joven valor del automovilismo y te aseguras que si el tiempo te acaba dando la razón, podrás decir al menos que le viste apoyado en una farola y supiste de inmediato que el chaval tenía urdimbre de Campeón del Mundo.
En fin, no acostumbro a jugar este juego pero también peco de vez en cuando. Sobre Vandoorne he escrito varias veces y la última fue en MomentoGP hace unos meses [Me gusta Stoffel, ¿pasa algo?], y puesto que no es cuestión de abundar en lo que expuse, quiero reiterar desde estas líneas el poco peso que se le da al trabajo de un piloto dentro de un equipo, y es que Lando, cuando se sube a un MCL32 y nos deja boquiabiertos, en sentido estricto está aprovechando una parte de la labor de hormiguita que ha realizado su compañero belga mientras los expertos le andaban removiendo el suelo y buscando recambio.
Lo de Norris es aplicable a figuras emergentes como Giovinazzi o el propio Leclerc, quien sustituirá a Wehrlein en Sauber cuando es de sobra conocido que Pascal era una firme promesa hasta que alguien decidió que se le había pasado el arroz.
Hombre, no siempre hay una Heineken por ahí que pretenda apostar por la Fórmula 1 siempre y cuando Holanda tenga su propia estrella en El Circo [Ecclestone credits Verstappen for Heineken deal]. Lo normal es que los jóvenes valores entren a formar parte de un sistema que los tritura sin compasión, en el que si no dispones de dinero apenas tienes posibilidades, y si vienes de una academia acabas convertido en moneda de cambio.
Duele escribir esto pero me resulta complicado verlo de otra manera. Oficialmente, las promesas de las academies se foguean en tal o cual escudería de abajo gracias a que forman parte del paquete económico que permite a éstas ahorrarse un dinerillo en el apartado de unidades de potencia, mientras como elemento secundario, que no menos importante, evitan con su presencia que la tecnología se filtre al enemigo. Y arriba, donde se dice que la sangre nueva es tan imprescindible, el asunto pasa por aportar experiencia porque no anda el horno para bollos.
Gunther Steiner lo tiene bastante claro [La F1 necesita equipos como Minardi para traer jóvenes pilotos], lo que me recuerda una fabulosa reflexión hecha hace meses por Marcos Fernández en su blog CurvoneF1, en la que lanzaba una pregunta al aire: «... pero si al pobre Bianchi no le hubiera pasado nada, ¿sería piloto de Ferrari en la actualidad?» [¿Las academias de pilotos sirven?].
No, pienso honestamente que Jules no habría llegado a ser piloto de Maranello porque también hacía de moneda de cambio. Visto lo visto en cuestión de prioridades, se habría quemado esperando una oportunidad y hoy seguramente estaríamos preguntándonos si Charles Leclerc no merecería su puesto en Haas o Sauber.
Os leo.
1 comentario:
Pues yo creo que si, que Jules Bianchi habría pilotado en Ferrari, si no recuerdo mal, ya se dijo, que era el sustituto de Kimi para el 2015, estuvo 2 temporadas en Marussia. Y si no pasa nada, Leclerc será el sustituto de Kimi en Ferrari.
Respecto a Vandoorne, tengo mis dudas, creo que ya va un poco tarde, con 25 años firma su primera temporada (V. Bottas (27 años), S. Perez (27 años), Magnussen (24 años), Carlos Sainz Jr. (22 años), Pascal Wehrlein (22 años) Verstappen (19 años)), todos esos pilotos ya llevan mucho más tiempo que él, han taqrdado mucho a subirlo al F1, y el año pasado lo tienen corriendo la Super Formula japones, que quedó 4. Y tiene un Lando Norris con 17 años (8 años menos) que le viene pidiendo sitio.....
El cambio Wherlein por Leclerc, es lo más lógico, Pascal es piloto Mercedes y el suministrador de motores es Ferrari. Igualmente, si Perez sale de FI (como el quiere), suena bastante que Mercedes lo colocará como compañero de Ocon (como hicieron en Manor el año pasado)
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