Atribuyen a John Lennon eso de que la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes, y después de la enésima demostración de su talento pienso inevitablemente en qué planes tiene Carlos mientras la vida, en Toro Rosso, en el seno de Red Bull, le va pasando por encima.
Cuando Verstappen fue ceñido con la corona del ascenso a Milton Keynes, a comienzos de mayo de 2016, advertí que el camino de rosas podía convertirse en trayecto plagado de jaros y maleza [¿Y si Renault la caga?]. Con Sáinz no hacía falta advertir nada...
Faenza siempre ha olido a cementerio para promesas, con Renault o sin Renault. Helmut Marko había sacado de allí a Max y no había movido un dedo por Carlos. Uno se revalorizaba expuesto a la luz, instantáneamente, como por arte de magia, sin embargo, el otro quedaba condenado a hacerlo en las sombras.
Un año después, nuestro madrileño se ha hecho fuerte en las asperezas de la cara más amarga de la Fórmula 1, ésa que recorren los que aceptan los rigores del frío la soledad y el esfuerzo no siempre reconocido, los que prefieren hacerse densos a brillar demasiado pronto, los que seguirán mirando de reojo a las zanahorias y se despertarán entre sudores fríos con la sensación de que Herr Doktor se les aparece en sueños como se le apareció a Jaime Alguersuari en persona en el box de Toro Rosso, durante los prolegómenos del Gran Premio de Corea 2012.
Lo malo entre carreras es que apenas queda tiempo para escribir sobre todo lo que se te cruza por la cabeza y ahí sigue, ronroneando como un gato, hasta que asumes que debes dejarlo para otro momento...
Me ha pasado muchas veces con Carlos, seguramente demasiadas. Pero hoy, cuando llego tarde a todos lados como el conejo blanco de Alicia y me encuentro en redes sociales con la enésima felicitación a un comunicador español con la recomendación de que siga hablando no sólo de los pilotos patrios, recuerdo que ése fue, precisamente, el pecado que cometimos en 2007: creer que bastaba y basta con comportarnos como caballeros mientras nos devoran las pantorrillas los orcos.
Hace poco, casi a renglón seguido de que la austriaca terminase (de momento) de amenazar con que Red Bull abandonará el negocio como las cosas no cambien, Alain Prost afirmaba que no hay proyecto bueno en Renault al menos hasta dentro de dos años, lo que nos pone en que Sáinz seguirá viviendo en el hogar de los valientes al menos hasta 2019, y que mientras tanto, quedará al albur de lo que decidan sus jefes y el material que le dé su escudería, y de lo que demos de sí nosotros...
Por qué no ponerse del lado de Carlos si su sexto puesto en Mónaco sobre un STR12 queda demasiado lejos de las manos de muchos pilotos de nuestra actual parrilla, incluso del que quedó quinto. Por qué renegar de un hecho que si hubiese sido protagonizado por cualquier otro conductor estaría llenando páginas y páginas en internet. ¿Por parecer un poquito menos equidistantes que lo que dicta la norma? ¿Por contemporizar con quien teniendo las mismas herramientas que nosostros prefiere que las usen adecuadamente los demás? ¿Por hacer ver que somos gilipollas del culo...?
Carlos es un fenómeno, pero, como la mayoría de pilotos, tiene los pies de barro porque depende de circunstancias que no controla. A nuestra cuenta cae recordar al negocio que no somos como los seguidores de Stroll, de Magnussen o Palmer. Tenemos criterio y buen olfato, no leemos ni el Marca ni el As, no encajamos en el estereotipo que nos han endilgado desde el otro lado del Atlántico. Adoramos a dos putas máquinas. Fernando y Carlos son nuestro presente y futuro como cultura deportiva en la máxima disciplina del motorsport. ¿Por qué no vamos a defenderlos con uñas y dientes si sabemos de sobra que si no lo hacemos nosotros no lo hará nadie?
The home of the braves está bien como idea romántica, pero business is business y esta lección ya la tenemos más que aprendida.
Os leo.
Faenza siempre ha olido a cementerio para promesas, con Renault o sin Renault. Helmut Marko había sacado de allí a Max y no había movido un dedo por Carlos. Uno se revalorizaba expuesto a la luz, instantáneamente, como por arte de magia, sin embargo, el otro quedaba condenado a hacerlo en las sombras.
Un año después, nuestro madrileño se ha hecho fuerte en las asperezas de la cara más amarga de la Fórmula 1, ésa que recorren los que aceptan los rigores del frío la soledad y el esfuerzo no siempre reconocido, los que prefieren hacerse densos a brillar demasiado pronto, los que seguirán mirando de reojo a las zanahorias y se despertarán entre sudores fríos con la sensación de que Herr Doktor se les aparece en sueños como se le apareció a Jaime Alguersuari en persona en el box de Toro Rosso, durante los prolegómenos del Gran Premio de Corea 2012.
Lo malo entre carreras es que apenas queda tiempo para escribir sobre todo lo que se te cruza por la cabeza y ahí sigue, ronroneando como un gato, hasta que asumes que debes dejarlo para otro momento...
Me ha pasado muchas veces con Carlos, seguramente demasiadas. Pero hoy, cuando llego tarde a todos lados como el conejo blanco de Alicia y me encuentro en redes sociales con la enésima felicitación a un comunicador español con la recomendación de que siga hablando no sólo de los pilotos patrios, recuerdo que ése fue, precisamente, el pecado que cometimos en 2007: creer que bastaba y basta con comportarnos como caballeros mientras nos devoran las pantorrillas los orcos.
Hace poco, casi a renglón seguido de que la austriaca terminase (de momento) de amenazar con que Red Bull abandonará el negocio como las cosas no cambien, Alain Prost afirmaba que no hay proyecto bueno en Renault al menos hasta dentro de dos años, lo que nos pone en que Sáinz seguirá viviendo en el hogar de los valientes al menos hasta 2019, y que mientras tanto, quedará al albur de lo que decidan sus jefes y el material que le dé su escudería, y de lo que demos de sí nosotros...
Por qué no ponerse del lado de Carlos si su sexto puesto en Mónaco sobre un STR12 queda demasiado lejos de las manos de muchos pilotos de nuestra actual parrilla, incluso del que quedó quinto. Por qué renegar de un hecho que si hubiese sido protagonizado por cualquier otro conductor estaría llenando páginas y páginas en internet. ¿Por parecer un poquito menos equidistantes que lo que dicta la norma? ¿Por contemporizar con quien teniendo las mismas herramientas que nosostros prefiere que las usen adecuadamente los demás? ¿Por hacer ver que somos gilipollas del culo...?
Carlos es un fenómeno, pero, como la mayoría de pilotos, tiene los pies de barro porque depende de circunstancias que no controla. A nuestra cuenta cae recordar al negocio que no somos como los seguidores de Stroll, de Magnussen o Palmer. Tenemos criterio y buen olfato, no leemos ni el Marca ni el As, no encajamos en el estereotipo que nos han endilgado desde el otro lado del Atlántico. Adoramos a dos putas máquinas. Fernando y Carlos son nuestro presente y futuro como cultura deportiva en la máxima disciplina del motorsport. ¿Por qué no vamos a defenderlos con uñas y dientes si sabemos de sobra que si no lo hacemos nosotros no lo hará nadie?
The home of the braves está bien como idea romántica, pero business is business y esta lección ya la tenemos más que aprendida.
Os leo.
2 comentarios:
El overcut que le hicieron a Verstappen me hace pensar que puede que ya esté llamando a las puertas de otros equipos para conseguir el éxito inmediato que claramente le tienen adjudicado. Eso le podría dejar la puerta abierta a Carlos aunque seguiría siendo poco para lo que merece, por culpa de Renault
Un pilotazo, bajo mi punto de vista, destaca su inteligencia y creo tendrá la oportunidad en un equipo grande de demostrar si tiene el talento de los campeones.
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