jueves, 15 de junio de 2017

Los niños perdidos no tienen isla


Una de las cosas más brillantes que suceden alrededor de la obra que hizo mundialmente famoso a James M. Barrie, es que escribes «Peter Pan» en el buscador de Google y lo primero que te sirve el bibliotecario que todo lo sabe y todo lo ve son multitud de referencias a la película de Walt Disney. Si matizas «Peter Pan libro» entonces sí, entonces el gigante consiente que puedas acceder al baúl de los recuerdos del que salieron los demás, incluso la película norteamericana que ocupa el estándar de búsquedas usurpando un honor que nunca le ha correspondido.

Digo que ésta es una de las cosas más brillantes que suceden con Peter Pan porque resulta hermoso, me resulta hermoso, saber lo poco que valemos y vale la verdad en el mundo en que vivimos, que para dar con la celosa y cabroncilla Campanita tienes que saber dónde encontrarla, pues en caso contrario, te expones a consumir cualquier sucedáneo como si fuese el original.

Me consta que algunos tenemos mucho de Peter Pan, quizá más de lo que desearíamos. Yo, por ejemplo, daría media vida y parte de la otra por vivir en Nunca Jamás, la isla de los niños perdidos. Qué paz saber quiénes son los malos y dónde están los buenos, qué bueno agitar a Campanita para que desprenda su polvo de hadas y coger luego a Wendy de la mano para volar juntos sobre Londres, sobre las nubes, sobre el mar...

Ha sido que Fernando se saltaba el Gran Premio de Mónaco para hacer las Américas y que hayamos reencontrado a viejos amigos que creíamos olvidados: Bourdais, Rossi, Sato, Chilton... Basta mirar hacia las 24 Horas de Le Mans y que encontremos más.

Kamui ha volado hoy sobre el circuito de La Sarthe. Nos dicen que no significa nada, que lo duro viene entre las 15:00 del sábado y las 15:00 del domingo, pero no cabe duda de que el japonés es un tipo rápido. Koba consiguió un podio en Fórmula 1 en 2012 (Japón, sobre Sauber) y le vimos sacar un móvil del bolsillo tras un accidente con su Caterham (2014) para terminar advirtiendo a finales de aquella temporada, que se le habían puesto de corbata llevando, arreglado pero informal, uno de los triángulos de las suspensiones de su monoplaza con cinta americana.

No lo he mirado, pero imagino que Google va diciendo por ahí que la Fórmula 1 es la máxima disciplina del motorsport. Sería cuestión de indagar, pero a lo peor no valemos tanto porque hay demasiado niño perdido sin isla y demasiado Capitán Garfio de cartón piedra...

Os leo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que está claro es que hay mucha vida lejos de la Fórmula 1.





King Crimson

GRING dijo...

¡Ya te digo, King!,y MUY AGRADABLE...

Elín Fernández dijo...

Sí, hay mucha vida después de la F1. Y de no ser que la gente de Liberty haga algo por levantar ésta alicaída "máxima" categoría, limpiando un poco tanta politiquería y favoritismo, saliendo un poco de esbirros como Charlie y la FIA y sus estúpidos reglamentos, dejará de serlo... es más, creo que no llega a serlo. Esto no es ni cerca lo que era antes. Así lo quiso el más corrupto de todos, Bernie y Max, y la maFIA de Todt tiene su cuota de responsabilidad.

chema dijo...

Revancha Toyota, interesante...