A pesar de la media centuria larga de años que acumulo a mis espaldas, no tuve oportunidad de ver a Pedro Picapiedra y Pablo Mármol rodando a toda velocidad sobre el asfalto del rocódromo de Piedradura. No he visto milagros automovilísticos —si los tuve delante os confieso que se me pasó prestarles atención—, y lamentándolo mucho, tengo que admitir, también, que nunca una luz me cegó primero y me tiró del caballo después, entre otras cosas porque no he montado en uno jamás.
No tenía pensado ponerme a escribir esta noche. Pero hoy es 12 de febrero y hace dos años exactos en que se cerraron para siempre los labios de la primera persona a quien escuché pronunciar las palabras Fangio, Clark, Ferrari, Lotus, Stewart... Yo era un crío, pero ya entonces sabía que quería ser como mi hermano mayor.
No sé si esto que os acabo de contar sirve como credencial para codearse entre petrolheads, tifosi de pelo en pecho o prohombres de la materia. La verdad es que me importa poco, para qué os voy a engañar. No creo en las cajitas ni en las etiquetas, pero empieza a cansarme que de un tiempo a esta parte haya vuelto a aflorar el rancio discurso de los hijos de Tele5 para referirse despectivamente a quienes disfrutaron de la Fórmula 1 a partir de sus retransmisiones y continúan afincados en eso tan feo que llaman alonsismo. Al parecer, los otros hijos de Tele5: vettelistas, hamiltonianos, etcétera, se salvan de la quema por vaya usted a saber qué bula papal.
Soy alonsista, tanto que el año pasado, de las 419 entradas que escribí y publiqué, tan sólo 17 fueron dedicadas a Fernando Alonso, y de las 74 que llevamos éste, ésta es la primera que lo refiero como motivo del texto.
Soy alonsista, tanto que el año pasado, de las 419 entradas que escribí y publiqué, tan sólo 17 fueron dedicadas a Fernando Alonso, y de las 74 que llevamos éste, ésta es la primera que lo refiero como motivo del texto.
Tengo alma de quaterback pero por estatura (más bien corta) y velocidad, me he quedado en posición forzada de ala cerrada. El tiempo me ha colocado aquí y no es cuestión de renunciar ahora a la mochila que llevo detrás.
Pero para bien o para mal, soy seguidor de un fenómeno del automovilismo y si se hace menester defenderlo, dispongo de abundante munición para hacerlo, incluso para disparar como aperitivo que la mayoría de los detractores del alonsismo como hijo de Tele5 y Antonio Lobato, no tiene edad suficiente como para haber evitado amamantarse, con uso de razón, se entiende, de esas mismas o parecidas ubres, aunque sesgadas a otra zona del campo; mucho menos para andar señalando por ahí quién es un digno aficionado a la Fórmula 1 y quién no.
Pero para bien o para mal, soy seguidor de un fenómeno del automovilismo y si se hace menester defenderlo, dispongo de abundante munición para hacerlo, incluso para disparar como aperitivo que la mayoría de los detractores del alonsismo como hijo de Tele5 y Antonio Lobato, no tiene edad suficiente como para haber evitado amamantarse, con uso de razón, se entiende, de esas mismas o parecidas ubres, aunque sesgadas a otra zona del campo; mucho menos para andar señalando por ahí quién es un digno aficionado a la Fórmula 1 y quién no.
Cada cual arregla las cuentas con su pasado como mejor le viene. Con eso no me meto. Yo, por ejemplo, lo hago hoy escribiendo sobre mi afición favorita...
Id cogiendo sitio. 2017 promete.
Os leo.
2 comentarios:
Plas plas plas
estoy contigo
saludos y un abrazote, que hoy lo necesitas
Cerrando filas...
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