Por eso cobra

Al deporte profesional lo carga el diablo, como las armas, como las mentiras, como los sindioses, la política, la religión y el sexo en las cenas o comidas familiares. El deportista de elite siempre cobra demasiado. Mosley piensa que sus emolumentos son excesivos y Bernie, que para lo que perciben mejor tendrían la boca cerrada. Y así, ad nauseam...

Pero el piloto, en el caso que me ocupa esta noche, es un activo de la escudería que se vende al patrocinador en el mismo paquete que el centímetro cuadrado de carrocería, la previsión de impacto mediático, las victorias o los puntos cosechados el año pasado, las expectativas para la temporada corriente o la siguiente. En el mismo baúl que los sueños que la tecnología punta, en definitiva.

Mi labor profesional como ilustrador y escritor me ha permitido adentrarme en un mundo parecido a éste, que se llama cultura y en el que todo se tasa en euros, incluso la labor creativa. Los autores en él también cobran demasiado; sus emolumentos son excesivos o para lo que perciben, mejor que mantuvieran la boca cerrada... Si yo os contara...

Os voy a ahorrar más de una anécdota revolucionaria, antisistema, que se llama ahora. No os voy a decir que he pagado muy caro mis atrevimientos mientras mis correligionarios se beneficiaban de ellos sin que su mansedumbre innata se turbara ni tanto así. ¡Hay que copiar...! Yo no copio. ¡Cada ilustración a 5 euros...! Por menos de 30 no levanto el lápiz. ¡Esto me lo hacen gratis...! Pues yo no. ¡No seas tonto, conozco a quince que lo harían con los ojos cerrados...! ¡Llámalos...!

Nadie regala nada pero el mundo está plagado de trampas para oso envueltas en papel de regalo. El autor gráfico o literario, como el piloto, contribuyen a la viabilidad del negocio común, editorial en mi caso y deportivo en el suyo, y como eslabones de la cadena que son, deben cobrar en consonancia con la importancia de su colaboración. Es lo justo. Incluso el capitalismo más feroz admitirá que es lo justo y sin necesidad de que lo torturen.

Se ha dicho demasiadas veces que Fernando es un pesetero, que sólo se mueve por dinero, pero ahora que McLaren no está boyante en cuanto a resultados, se alude a sus facultades como piloto como explicación para el milagro. El coche no está tan bien, son las manos de Alonso las que producen el espejismo... Y el caso es que en Ferrari sucedía igual: el asturiano era capaz de ocultar las carencias y llevar el monoplaza un poquito más allá...

Pues bien, por eso cobra nuestro bicampeón del mundo. Por permitir que Renault, McLaren, Renault de nuevo, Ferrari y ahora otra vez McLaren, hayan podido y puedan encarecer el centímetro cuadrado de la carrocería de sus coches, precisamente porque los conduce un tipo al que llaman pesetero, que es capaz de sacar petróleo de auténticas piedras.

Os leo.