domingo, 1 de mayo de 2016

El contracuñadismo


El contracuñadismo es un movimiento cuñadil opuesto al convencional cuñadismo, que habita junto a este último y compartiendo espacio con halcones y rapaces, en los riscos, paredes y afiladas crestas de nuestra maltratada geografía planetaria. 

Dicen que desde ahí arriba todo se ve mejor, aunque el contracuñado es en esencia más cobardica que el cuñado y los más bellos representantes de la familia falconidae. Dios lo ha engalanado con asombrosas capacidades pero no con la de lanzarse al vacío ni mucho menos a la aventura sin paracaídas. Lo suyo es cantar Estamos tan agustito, pero a veces, entra en pérdida, stall que diría don Timoteo Briet.

A Lewis Hamilton no le parece ni medio normal lo que le sucede en el seno de Mercedes AMG desde que consiguiera su tercer título mundial en Austin (2015). Los halcones patrios y foráneos ya han dado su versión y sin duda seguirán dándola, anclada, como de costumbre, en la información que surge de Brackley, sus cabezas visibles y sus hombres. La última consiste en que al de Stevenage le han cambiado su equipo de mecánicos de toda la vida por el de Nico y claro, todo encaja ahora...

El cuñao (como vulgarmente se le conoce), hábil como la madre que lo parió y más listo que el hambre, piensa que para este flete no hacía falta ir al IKEA ni al Leroy Merlin. Obviamente, a él las piezas no le encajan porque con un poco de cinta americana y cable de cobre siempre quedará mejor que con un tornillo Schraubengewinde. A Lewis se la están jugando, dice, pero afirma a la vez que el tipo remonta porque los tiene bien puestos y tal aunque en su contra tiene una vida social demasiado disispada para los estándares de la Fórmula 1.

Entretanto, el contracuñao pide calma y se ríe del cuñao mientras ve la vida pasar. Habitualmente en lides de oposición al falconismo más radical, en esta ocasión se siente seguro y se hace fuerte en la versión oficial por ser la más racional: una escudería como Mercedes AMG tiene dos equipos de mecánicos, uno bueno y otro en régimen de prácticas, ahí, con un par.

Se ve que al sobrevalorado Rosberg le había tocado la peor parte estas dos temporadas pasadas —seguramente aquí tenemos la causa del liquidillo que exudaba el volante del hijo de Keke en Singapur 2014—, y es normal que la fortuna haya cambiado de manos. Nico está teniendo suerte y debe aprovecharla, dice el contracuñao en la intimidad, pero a la vez, afirma que tarde o temprano volverá a ser el segundón de siempre.

Y el caso es que Hamilton tiene la mosca en la oreja, de la misma manera que con anterioridad la tenía Rubens Barrichello cuando preguntaba a su ingeniero de pista en Brawn, si era normal perder casi un segundo por vuelta y éste le respondía que sí. O como cuando a Mark Webber ponía cara de cirio por sufrir contumazmente el síndrome que lleva su nombre.

Gracias al Altísimo, cuñados, contracuñados y halcones, aunque desde diferentes posiciones, coinciden en estos momentos en que Lewis no lo está pasando bien y en no preguntarse si un equipo puede machacar así a uno de sus hombres, se apellide Hamilton o Rosberg. Algo es algo. 

Os leo.

2 comentarios:

www.nacholascaray.com dijo...

O se apellide Alonso en su día , yo tampoco creo en las "casualidades " , creo que nos enteramos de muy poco..., gracias como siempre por tus escritos y saludos a todos

Anónimo dijo...

Mercedes también será una escudería que pretenda estar por encima de sus pilotos. Sin el adn latino de por esos lares ni sus malas maneras, pero con la misma convicción.

Porque no es lo mismo dentro de veinte años recordar esta etapa como "aquella en la que un tal Hamilton arrasó el título tres, cuatro, cinco veces consecutivas" que decir "Mercedes inauguró la era híbrida colocando en pista el coche más dominador de la historia, con el cual cualquier piloto podía asaltar el título".