Demolition man

Jean-Éric Vergne saca 11 puntos de ventaja a su compañero Daniil Kvyat a la salida del Gran Premio de Singapur. Ambos han terminado cinco carreras en los puntos, los dos conduncen el mismo coche y la pareja ha sufrido diversos incidentes y parecidos problemas derivados de la apuesta en Faenza por Renault. Sin embargo, Vergne es quien no sigue en el equipo el año que viene...

Cuando a Jaime Alguersuari le dieron la patada a finales de 2011, sin tiempo para reaccionar o buscar asiento, supimos por boca del responsable del Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull que Toro Rosso, equipo filial de la escudería de Milton Keynes y propiedad de Dietrich Mateschitz, tenía depositadas las esperanzas de su trabajo en encontrar cuantos más Sebastian Vettel mejor, razón por la cual, el español y su compañero Sébastien Buemi se iban a la cuneta porque obviamente no cumplían las expectativas.

Ya nos chasqueó el modus operandi utilizado, puesto que en toda lógica cuando haces una inversión del tipo que sea, lo razonable es sacarle provecho y no realizar con el material una cremà en toda regla, que a fin y a cuentas fue lo que sucedió. También hay quien vio, cabe anotarlo, que la política de clinex usada era poco menos que una reivindicación de la excelencia del bendito programa porque Faenza, su culminación natural, no era en sentido estricto una escuela de pilotos, sino un lugar donde destilar las mejores aptitudes de los conductores que pasaban por sus volantes.

Bien, como sabemos, Alguersuari fue condenado a abandonar la Fórmula 1, a Buemi se le reincorporó al entorno inmediato de RBR y llegaron dos jóvenes promesas para sustituirles: Daniel Ricciardo y Jean-Éric Vergne, y todo seguía su curso porque sincerémonos, en Toro Rosso es complicadísimo hacer grandes cosas salvo que el coche lo haya diseñado Adrian Newey, diluvie en calificación y el domingo la prueba la abra el Safety Car contigo en la primera posición de la parrilla —que nadie se lleve las manos a la cabeza por la referencia, que esta entrada va de Marko y no de Vettel—.

En este orden de cosas, ni Ricciardo ni Vergne consiguieron parecerse al por entonces tricampeón del mundo aunque le ayudarían a conseguir la cuarta corona en 2013. Pero sucedió entonces que Mark Webber decidió abandonar Red Bull y consecuentemente, uno de los hombres de la tropa de Franz Tost vino a ocupar su lugar, y todos comprendimos que la elección recayera sobre Daniel porque entre otras cosas, el australiano había firmado una mejor temporada que Jean-Éric.

La italiana volvía a completar su cuota de pilotos con otra joven promesa Red Bull, Daniil Kvyat, pero sincerémonos de nuevo, si con un Toro Rosso propulsado por Ferrari ya era complicado destacar algo, con un STR9 propulsado por la peculiar apuesta que ha hecho Renault para este año de estreno de reglamento, el asunto no da para más que para decir que tanto el joven conductor ruso como el pobre Vergne, se han limitado a hacer lo que buenamente han podido con tan excelente herramienta de trabajo...

Y aquí viene donde la matan, que se dice, porque demolition man entra en acción destruyendo el espíritu que se decía hasta hace nada, empapaba todo el saro montado alrededor de Red Bull y la chavalería, contratando a Max Verstappen para ocupar el sitio de Jean-Éric Vergne en Toro Rosso, y por supuesto integrándolo por el artículo 33 en el Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull para que no quedara demasiado feo. A resultas de lo cual, ya hay quien se está pensado para qué coño está bajo la tutela de Helmut Marko si no existen garantías de ningún tipo porque herr doktor hace literalmente lo que le sale de los pelendengues. 

Esto no es una trituradora, colegas, es una mierda, tanto que resulta sumamente sencillo barruntar que cuando terminen con él, a Jean-Éric Vergne no lo querrán ni en su casa.

Os leo.