¡Salvar el socialismo!

¡Jo, qué lío! Lees la prensa deportiva o buceas en las páginas de deporte de la otra, de la llamada seria, y te das de bruces con una realidad que en lo nuestro no reconoce ni la madre que la parió porque aquí nadie recuerda que la temporada ha dado para mucho en cuanto a porquería se refiere.

Pongamos por caso que has vivido en una isla desierta y llegaste ayer a puerto. Que hoy, tras dormir a pierna suelta, en el bien merecido desayuno te ha dado por ver qué tal va la Fórmula 1 ojeando algún periódico o diario. Siendo generoso, como recién retornado a la civilización sacarás la conclusión de que la culpa de todo la tiene Ferrari y que de nuevo, la limpita Red Bull está dando sopas con honda a La Scuderia por cuarto año consecutivo, con el agravante ahora, de que Fernando parece el tío más odiado de todo el planeta, por irresponsable, por bocachancla y poco agradecido, y tal y tal.

Pero la realidad cuantificable tiene sus márgenes, unos más difusos que otros, faltaría más, y hete aquí que como por arte de magia a la peña se le ha olvidado que allá como a comienzos de sesión, las gomas Pirelli version'13 comenzaron a dar muchos quebraderos de cabeza, sobre todo a la de Brackley y a la limpita de Milton Keynes, escuderías que no tardaron nada en alzar la voz contra la italiana por ver si ésta les hacía el favor de devolver el nuevo escenario propuesto, al más seguro y conocido de 2012.

Aquello iba mal a equipos como Lotus, Sahara Force India y Ferrari, que habían hecho los deberes en invierno y pretemporada, pero como Fidel Castro gritó aquello de ¡Salvar el socialismo! porque Daimler, papá y mamá de Mercedes AMG, se estaba cansando de hacer el indio, alguien gritó desde su escaño el bíblico y mordaz ¡que se jodan!, aunque a renglón seguido fijo que llamó a don Luca para ofrecerle un plazo de lentejas.

A resultas de aquello, Pirelli decidió calmar los ánimos del respetable endureciendo sus compuestos [por gama] del Gran Premio de España al de Canadá y pocos dijeron algo, y a Mercedes AMG le salió un entrenamiento de 1.000 kilómetros en Barcelona, con lo que resucitaría y ganaría en Mónaco. La limpita Red Bull, no contenta con ver sus anhelos satisfechos quiso seguir  pillando cacho y montó la de dios es cristo, de manera que la germano británica terminó en los tribunales, pero no sola, no, sino con Ferrari como telonera porque a Jean Todt sintió en su corazoncito de piedra que tal vez era buen momento para comenzar a mover ficha en favor de Michelin frente a la niña bonita de Bernie.

Duelo en las alturas, castigo de parvulario al infractor, don Luca callado como una puta y Fidel en la quinta hora de su discurso. ¡Salvar el socialismo! ¡Salvar el socialismo. Salvadlo, coño! Pirelli sigue erre que erre con las gomas duras, pero llega Silverstone y estalla el nonagésimo escándalo y hay que tomar medidas porque el socialismo literalmente hace agua, así que para Nürburgring se estrenan los nuevos compuestos con estructura vieja, tal como querían en Brackley y en Milton Keynes, y como es de bien nacidos ser agradecidos, Mercedes AMG intenta cumplir su parte del pacto, aunque no puede porque el W04 en manos de Lewis resulta casi mejor que el RB9.

El socialismo corre ahora serio peligro y Fidel no calla. Contra todo pronóstico, Pirelli da marcha atrás en su propuesta para Hungría y ablanda [por gama] la elección inicial, cosa que se entiende que pretende beneficiar a la limpita Red Bull porque Sebastian había ganado en su casa con el mismo esquema de compuestos, aunque a la luz de los hechos aquí narrados, la operación parece tener su objetivo en evitar que Mercedes AMG vuelva a ganar, algo que como sabemos ahora, no se consigue porque entre otras circunstancias, Hungaro es una ratonera y Hamilton un tipo que no desperdicia oportunidades.

En Bélgica la de Brackley empieza a apoquinar por los favores recibidos pero ya es tarde. Tarde para los que hicieron los deberes a comienzos de año y tarde para el socialismo, aunque Fidel termina por fin su discurso bebiendo una lata de Burns.

Os leo.