Una de lechuga y tomates

En tiempos como los que vivimos, bien merece la pena clavar en tierra el asta de la pica para tratar de detener la caballería enemiga, no sea que Pérez Reverte nos recuerde a Kipling para tumbar los fantasmas que saca del armario, mentando una de las almas más generosas que ha dado la literatura. Es cierto que hay más gente que lee al de Cartagena que la que ha olido al británico nacido en India más allá de su libro de la selva, y que el de El Capitán Alatriste lo sabe perfectamente cuando blande su verbo acerado cual enano de Moria su hacha de doble filo, pero conviene no perder el norte, porque con estas cosas del desenfoque premeditado, siempre se juega con fuego.

Anoche vi por fin el G.P. de Abu Dhabi, en modo resabido, aviso, cosa que me importó un pimiento, para qué negarlo, porque por desgracia, esta temporada se aventura hacia su ocaso con todo el pescado vendido, y sinceramente pienso que no es cuestión de ponerse picajoso ni en extremo finolis a estas alturas, menos por saber cómo acababa una historia minúscula que apenas iba a poner una pincelada de color o dos, en la que cuenta realmente.

Así las cosas, hoy no me voy a distraer narrando lo que han contado otros —tiempo habrá para ello—, sino que pretendo meterme con la fábula que dice gobernar nuestro deporte buscando el espectáculo, porque el DRS, en Yas Marina, cantaba más que Mario del Mónaco.

Tampoco es cuestión de repetirme. El bendito cachivache no me ha gustado nunca, ni siquiera cuando molaba por ahí fuera, pero llegados al punto en que hace falta juntar dos sectores para que quien recibe estopa en el primero pueda devolver la jugada en el segundo, como ocurrió en Abu Dhabi, no me parece lo más adecuado hacer la ola ante el engendro.

Bien, vale, este circuito de Tilke sólo tiene de interesante los fuegos de artificio que lo decoran, porque es malo de narices a pesar de sus generosas escapatorias con colorines, a pesar, también, de que para algunos espectadores, entre los que me encuentro, resulta atractivo eso de que la carrera empiece con luz natural y termine en mitad de la entrega de los Oscar...

No me enrollo. Yas Marina es un trazado mal equilibrado y a Hermann se le fue la pinza con el copy & paste, pero entendedme, si hay pelas para dejarlo guapo para que albergue auténticas carreras de bólidos, es precisamente en el emirato árabe, y por ello no es de recibo que ande la tropa de la FIA poniendo parches del estilo de un sector larguísimo de DRS dividido en dos para que los adelantamientos aflores, que ni así afloran porque no pueden hacerlo ya que el problema está en otro sitio, como de costumbre.

Y si el DRS se ha demostrado ya como un parche estúpido que sirve sólo para enmascarar que la ensalada tiene pésimos ingredientes, ¿por qué no lo quitamos de una puñetera vez y hacemos realmente los deberes comprando buena lechuga y tomates de los de siempre?

Bueno, hoy sólo era eso. Os leo.