A estas horas de la mañana, mientras me pregunto por qué los malos augurios siguen sobrevolando los cerros que confinan mi territorio, quiero ver que todo mantiene su sentido.
Así, pienso en lo testarudos que somos a la hora de entender que vivimos pagando un alto precio, y en cómo nos negamos, una y otra vez a aceptar que es el tiempo quien nos arrastra prendidos de la punta de sus alas, y no al revés. Juguetes de sus infantiles antojos, nos rebelamos refugiándonos en la memoria nuestra o prestada, para mover la cabeza renunciando a lo que nos ofrece el futuro, y éste nos toma el rebufo, la zaga, y nos adelanta, y nos deja atrás con un palmo de narices, perplejos porque la norma que ha hecho del mundo el lugar en que vivimos se siga aplicando puntualmente sobre nosotros.
Ahí tenemos, por ejemplo, el debate abierto al respecto de la inevitable implantación de una cúpula trasparente que proteja a los pilotos de avatares como los que han sufrido recientemente y con diferente fortuna, Henry Surtess y Felipe Massa.
El caso es que el deporte del automóvil es hijo de su tiempo y como tal responde a sus circunstancias, y aquí que la búsqueda de la seguridad de los pilotos es demasiado vieja para negar que lleva entre nosotros demasiados años como para ponernos remilgosos con ella precisamente ahora. Queda lejos, pero hubo una época en que las barras antivuelco no se usaban, se fueron imponiendo alrededor de principios de los 60 del siglo pasado y sólo detrás del puesto de conducción. Llegaron los cascos integrales y el doble arco de protección, el extintor a bordo, los monos ignífugos y un montón más de medidas de seguridad que aun así no impidieron que la vida de algunos pilotos se quedara sobre la pista...
Hoy, el moderno conductor de monoplazas se ha convertido en apenas un apéndice aerodinámico más de la carrocería de su coche, embutido como está en una célula de seguridad que le protege casi al completo, pero que sigue resultando insuficiente, como comentaba más arriba. ¿Se puede llegar más lejos?
Sinceramente creo que se debe llegar más y más lejos. Como expuse en Gran Prix Actual [al artículo le faltan algunos párrafos], la seguridad debe ser en nuestro deporte una prioridad siempre, aunque para que realmente nos la tomemos tan en serio como merece, la F1 debe aceptar previamente el reto de mostrar que efectivamente es una actividad de riesgo más allá de los desafortunados latigazos que nos depara el destino.
Sin esa dimensión vamos cojos, y desgraciadamente, la cúpula, a mi modo de ver necesaria, seguirá sonando a una tonta pérdida de identidad cuando en el fondo supone todo lo contrario, ya que cuidará aún más del auténtico protagonista de esta historia, el tipo que se las tiene que ver en solitario con su máquina, sus propias fuerzas y nervios, durante nada menos que 310 kilómetros, porque eso es lo que no ha cambiado y no debería cambiar nunca, la esencia irrenunciable del monoposto.
Ahí lo dejo.
6 comentarios:
Quiza no cupula (se me ocurren casos donde seria un estorbo mas que un salvavidas), pero si masseguridad.Eso es primordial.Y nos olvidamos muy pronto de que se juegan la vida emitiendo juicios.
El tema está en encontrar la justa medida, y sin debate no creo que la encontremos nunca.
Saludos maestro porque no se si me funciona el mail
Este debate no lo entiendo sino es porque creo que hay gente que vive en un mundo zapaterista en el que todo es buenismo y la gente no la palma. Esto es peligroso y el que no lo entienda debería dedicarse a otra cosa. Eso sí, hay que evitar accidentes, no hay que mandar a los pilotos al matadero, pero de ahí a llegar al extremo...
He visto varios videos de pruebas de resistencia de cúpulas. No es una medida que se quiera implantar a la ligera y se investiga con detalle.
Los monoplazas de resistencia están cabinados, si bien es cierto que la posición de los pilotos no es el mismo que en un F1 y esos supuestos inconvenientes que algunos establecen para las cabinas no existen.
Tampoco soy un experto, pero me pregunto porqué no se habla de una cúpula abierta, esto es, que cubra el frontal (evitaría el accidente de Massa, por ejemplo) pero abierto en la vertical del piloto.
Y aprovechando la imagen que culegas, Jose, me gustaría ver una F1 con las mismas restricciones que tuvo Newey para diseñar el Red Bull X1.
Buenos días.
Noe ;) Como comentaba en la entrada, a mí no me importaría, la verdad :P
Tadeo ;) Pues abierto está, y seguiremos con él ;)
Arce ;) Es que el extremo ha cambiado mucho, José, y ahí lo dejaba: en que la esencia está en el piloto luchando contra la máquina en solitario, bajo una capucha de polímero o a cara descubierta :P
Xose ;) No se habla de cúpula descubierta porque aerodinámicamente supondría un freno en la actual configuración de la parte exterior del habitáculo. Si hay que cubrir sin interferir, lo lógico sería con cúpula completa ;) Y sí, ver unos cuantos X1 en la parrilla sería la leche :P
Un abrazote
Jose
Seguro que las cúpulas abiertas mosquearían a Adrian Newey, aunque vete tú a saber lo que llegaría a hacer para ganar unas décimas XDDD
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