¿Qué nos queda?

Hasta el jueves o viernes no abordaré la figura de nuestro flamante campeón del mundo 2009, y lo advierto de manera tan temprana por evitar malos entendidos, y también por ver si las tímidas críticas que ya comienzan a aflorar, cuajan lo suficiente como para que un servidor encuentre pie donde apoyarse. Mientras tanto, me gustaría reflexionar sobre esta temporada que carece ya de alicientes, que empezaba mal y que a mi modo de ver termina de igual modo.

Si se iniciaba con razonables dudas al respecto de los dobles difusores, y de la arbitrariedad con que fueron permitidos, ha acabado demostrando que la inteligencia y buen hacer de los ingenieros que aplicaron el espíritu y la letra del reglamento han perdido un año completo de trabajo, que se dice pronto, con todo el esfuerzo y presupuestos que caben en él o lo rodean, ya que la ventaja obtenida por Brawn GP a comienzos de año ha resultado un escollo insalvable para el resto de escuderías. 

¿Se podría decir que ha sobrado más de media sesión? Hombre, no voy a ser tan drástico, aunque ganas tengo porque no se puede negar que algo de eso ha habido, lo que me lleva a contar las horas para que mister Max Mosley se vaya de una puñetera vez de la presidencia de la FIA, permitiendo que entre algo de aire limpio en la casa de lenocinio que deja, porque a esta F1 no la reconoce ni la madre que la parió, y de continuar un poco más de tiempo en el cargo, a lo peor no iba a quedar ni el tato siguiéndola, pues ha perdido interés de puro ramplona y previsible que resulta.

Se buscaba más espectáculo, más deporte y competitividad, presupuestos más bajos que igualaran las posibilidades de todos, armonización de los costos… ¡Fuegos artificiales! Este año iba a suponer un punto y aparte sobre lo sufrido en sesiones anteriores… ¡Pamplinas!

Tenemos un negocio que a duras penas puede ocultar lo que es tras haber abierto sus carnes a la vista de todo el mundo, y lo malo es que pretende seguir vistiendo como uno de los deportes más exclusivos del planeta. Tal vez sea momento de valorar si lo que realmente está fallando estrepitosamente es el modelo que sigue, pues a fin y a cuentas, lo otro, el aderezo, ha cambiado muy poco, ya que salvo la forma patética en que se ha dinamitado la implantación y evolución del KERS (con el enorme desembolso que ha supuesto la aventura), o la miope concepción de una aerodinámica más o menos estándar que tenía por misión favorecer los adelantamientos pero que en realidad ha servido para impedirlos, el resto ha sido casi lo mismo que llevamos soportando desde 2000, incluyendo las cantadas y las reyertas con que se trata de amenizar el sopor que destila el cotarro.

No tengo un gran día, lo reconozco. He dormido poco y ando algo mosqueado porque mi gato Bagheera (recién llegado a casa, como quien dice) disfruta de algo que no percibo cuando nos ponemos delante del televisor a ver una carrera. ¿Sabrá encontrar alicientes que no veo yo? ¿Será su ingenuidad? ¿Llevaría razón el sabio que afirmó que lo peor que te puede ocurrir cuando buscas la verdad es encontrarla? Si es así ¿Qué nos queda?