lunes, 7 de abril de 2008

Regreso al futuro [Sakhir]


Para que nos entendamos: en un universo (por complejo y extenso), el de la aerodinámica, donde se calibran los perfiles en términos de micras, donde cada aleta o saliente ocupa un lugar concreto que ha sido probado en el simulador, en el túnel de viento y sobre la pista, hasta definirlo exactamente, que te quiten un trozo del soporte lateral del alerón trasero y te hagan una muesca del tamaño de medio melón en el plano superior, afecta al comportamiento del monoplaza, y vaya que si lo afecta.

Tal vez no andaba en uno de mis mejores momentos, lo admito, pero la carrera de ayer me pareció bastante sosa. Kubica desperdició la ventaja obtenida el sábado en una salida desastrosa, y Massa no perdonó, demostrando que la imagen dada en los dos grandes premios anteriores tal vez no era la adecuada (tras la de Sakhir, sigo pensando que es un piloto Ferrari, aunque debe aprender a controlar mejor su adrenalina). Tampoco perdonaría Kimi, quien se puso al rebufo de su compañero tras superar al polaco, para terminar segundo.

Lo cierto es que no hubo mucho más. Tras el recital de los de Maranello y la constancia y solidez de Kubica defendiendo su tercera posición (me reitero, Robert cuenta este año para el título, y no tardaremos mucho en comprobarlo), poco hay que relatar de una carrera que transcurrió de principio a fin según el guión previsto.

Ahora bien, a los agoreros del futuro inmediato de Alonso y boceadores de las carencias palpables de su R28, les repito lo que he dicho al principio: el Renault podía haber ocupado una mejor posición que la que obtuvo al final, porque un golpe como el provocado por el hijo de Anthony (estoy esperando a Mónaco para hacer un retrato pormenorizado del líder de la de Woking) y su McLaren, sobre la trasera del coche francés, como poco habría originado su abandono… Pero lo conduce Alonso, sí, y aprovecho que hoy se debería celebrar como Dios manda el cuadragésimo aniversario de la muerte de Jim Clark, para recordar que las máquinas son importantes, pero son los pilotos que las conducen quienes las convierten en ganadoras o perdedoras.

Fernando ha dado un recital de saber hacer, de pundonor y de ganas de ganar la guerra a pesar de tener que perder una batalla por el exceso de testosterona de un novato que no controla los botones que tiene su volante, ni comprende que en la pista es uno más y nadie tiene por qué dejarle paso.

En breve desembarcamos en Europa, y sigo pensando que en este regreso al futuro que estamos viviendo, el R28 del asturiano va a ofrecernos algo más que una agradable sorpresa, porque siendo un trasto, ha acabado las tres carreras celebradas entre los 10 primeros clasificados, puntuando, además, en dos de ellas.

No sé vosotros, pero yo me abono a lo que dice un amigo que vive en México: ¡al Nano se le ve demasiado contento! 

Va por ti, Diego ;)

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