En la intimidad, como mandan los cánones, anteayer celebrábamos el 
quinto aniversario de la primera victoria de Hamilton en F1 (Canadá 
2007). Yo, que soy un desastre para esto de las fechas, tuve que 
arrimarme al recordatorio que hacía mi buen amigo Midland a través de Facebook,
 para darme de bruces con una efeméride que tiene su aquél, pues el 
piloto británico ha sido hasta hace poco uno de los hombres que peor se 
ha llevado con las gomas que calzaban sus vehículos, cuestión que quiero
 resaltar hoy.
Plano va, plano viene, Lewis se ventilaba los neumáticos como un 
hambriento un buen bistec con patatas fritas y pimientos verdes, 
elevando a categoría de tradición bíblica el desfallecimiento de su goma
 delantera izquierda, sobre cuya supervivencia en carrera se llegaron 
incluso a hacer porras en 2007, 2008 y 2009.
El caso es que siendo honesto hay que 
reconocer que aquello le sucedía con las Bridgestone —lo que no deja de 
tener su mérito, pues eran duras de narices—, ya que con el advenimiento
 de las Pirelli, Hamilton ha sido uno de los pilotos que mayor empeño ha
 puesto en gobernarlas, protegerlas y sacar de ellas el mayor provecho, 
toda vez que las ruedas italianas no son muy amigas de admitir bromas 
sobre el asfalto.
Empero, sin desmerecer en absoluto el enorme trabajo personal que ha 
desarrollado el de Stevenage con la parte blanda de los monoplazas que 
le han tocado en suerte conducir, intuyo que en su catarsis ha podido 
tener mucho que ver Button, hombre cuidadoso en extremo con los 
compuestos de sus coches, de manera que se podría  barruntar sin 
demasiado miedo a errar, que Lewis, siempre atento al comportamiento de 
sus compañeros de escudería, ha tenido en Jenson un maestro y un ejemplo
 de quien sacar un enorme provecho.
Hamilton, en Montmeló, ya nos deleitó con un stint de casi 30 giros sin mostrar necesidad de pasar por boxes,
 pero ha sido en el Gilles Villeneuve de Montreal donde se ha demostrado
 capaz de controlar perfectamente el calzado de su MP4/27, en un 
escenario complejo, recordemos, en el que como ya es costumbre durante 
esta temporada, había sobredosis de sombras al respecto de las 
prestaciones de los compuestos, pero en el cual el británico, a la 
postre gestionaba  a las mil maravillas las oportunidades que le 
brindaban las Pirelli, para terminar venciendo de manera incontestable 
sobre dos fenómenos como Alonso y Vettel.
Llevo tiempo admitiendo sin reparos que Hamilton es uno de los 
mejores conductores de la parrilla. Su testarudez, su arrojo, su 
voracidad sin parangón, su enorme calidad a veces no correspondida por 
el éxito, me lo han ido acercando a ese lado tibio del corazón que le 
dice a todo aficionado que hay algo especial en las evoluciones de un piloto.
Cada vez me gusta más y cada vez tengo menos problemas en alabarlo en
 público, y aunque a veces las excentricidades del de McLaren hayan 
solapado la enorme inteligencia que pone en cada una de sus actitudes en
 pista, que a día de hoy haya sabido superar la difícil asignatura de 
los neumáticos, pone de relieve que Lewis tiene correa para rato y que 
es consciente de que un piloto, ante todo, debe saber adaptarse, lo que 
en el fondo significa que puede seguir madurando al ritmo que marca la 
competición, y que por tanto, podremos seguir disfrutando de él como 
hemos venido haciendo de un tiempo a esta parte.
Aprovechando la tontería que mencionaba al comienzo, me ha dado por 
mirarle en aquel entonces para compararlo con lo que es ahora: un tipo 
solvente, asentado, consciente de sus responsabilidades como 
profesional, abierto a nuevos horizontes y capaz de dar respuesta a las 
exigencias que plantea cada nueva temporada a todos los integrantes de 
la parrilla, de manera que le veo acariciando sus zapatos a la manera de
 Jenson o Kimi, o aún Fernando, y le presumo mucho más peligroso que 
hace cinco años aunque de aquí a que se retire no vuelva a ganar un 
miserable campeonato.
 

 
2 comentarios:
Si hoy fuera 2007, muy probablemente culparíamos a Lewis de la prima de riesgo, del calentamiento global y del hambre en el Sahel...
Pero no es 2007 y la sombra de Ron Dennis parece no ser tan alargada. No es 2007 y aquel chaval soberbio y altivo ha probado la miel y la hiel, y ha crecido ¡Y cómo!
No es 2007, y para la grandeza de la F1, hemos aprendido, él y nosotros, que por encima del ruido, y al final del túnel hay luz y hay recompensa.
Y yo, me alegro infinito de tener un pilotazo como él dando espectáculo y demostrando calidad en la F1 de hoy.
Grande, Josetxu.
Un besote
Este año está haciendo un mundial espectacular, no en vano es, junto con Alonso, el único que no tiene ni un rosco en el casillero. No ha ganado en las 6 primeras y ha tenido que ver pilotos inferiores en coches inferiores sumando más que él en varias carreras, pero no ha perdido la compostura, ha tenido que levantar errores de su equipo en los pits una carrera sí y otra también y de a poco se ha colocado al tope en el campeonato y me parece que será muy muy difícil quitarlo de ahí.
Saludos
Publicar un comentario