No nos pasa nada, sólo hemos cambiado de dueño. Como les ocurre a los perros cuando cambian de mano, existe un periodo de adecuación entre mascota y amo que hay que saber respetar para que uno y otro se vayan conociendo, y sobre todo, reconociendo. El ministerio de economía se encarga del resto, sea del color que sea, curando la prostitución a base de elaborar un código de buenas maneras al que podrán adherirse los chulos que quieran, mientras se liberaliza el comercio de carne para que el mercado no se resienta, y aún crezca si llegan por el horizonte cargado de nubes negras, los tan anhelados vientos favorables que predice la Merkel cuando no señala pepinos españoles con el dedo.
El caso es que este año estoy de nones, vamos, que teniendo abundante material para meterme con la parte técnica de la cosa, me ha dado por escribir de sensiblerías y de hombres, y de mujeres ahora que anda María por el paddock, de los galgos de todo esto, de aquellos que serán colgados de una encina por el cuello si no cumplen las expectativas que se han depositado en ellos, del balasto que sostiene las vías sobre las que circula la F1.
Y qué mejor que recurrir a Kimi para llenar un comienzo de noche boba de un día lunes de marzo, que busca la primavera como el náufrago una madera a la que agarrarse en mitad del océano.
Y qué mejor que recurrir a Kimi para llenar un comienzo de noche boba de un día lunes de marzo, que busca la primavera como el náufrago una madera a la que agarrarse en mitad del océano.
Iceman ha vuelto para embarcarse en una aventura de locos que atiende al nombre de Lotus, y cabría preguntarse qué se le ha perdido.
Él no dirá nada, que para eso es un finlandés hierático, tallado en hielo y soberano de su silencio, aunque puede arrogársele algún tipo de estímulo que no pase por el consabido grosor del fajo que ha recibido a cambio de desempeñar su trabajo en la escudería negra con vitola dorada, porque Kimi es un proletario atípico, admitámoslo, un fuera de serie en lo suyo, uno de esos trabajadores imprescindibles e impredecibles que campan por sus fueros allá donde van, y a los que conviene acariciar la espalda para que se sientan a gusto y no abandonen la llave inglesa o la uña metálica en cualquier esquina del garaje.
Y aquí es donde no veo a Lotus, porque a Kimi hay que mullirlo como los gatos mullen su cama, atemperarlo, encofrarlo en retos para que destaque, y por supuesto, motivarlo.
El E20 me parece una sosada de coche, lo he dicho ya repetidas veces. Bien que vale que lleva un corazón puritito Renault y que promete lo que no está escrito, pero Kimi se merecía otra cosa, no sé, algo parecido a un MP4/20 o a un F2007, una especie de fogonazo en la noche, algo que dominar de cabo a rabo, no una sartén con mango.
Kimi sacará astillas de su vehículo, no me cabe duda, pero como no le vea futuro... ¡Ay como no le vea futuro!
1 comentario:
Ahora que tengo a mi hija en Roma se me ocurre que Kimi tiene nada de proletario y mucho de patricio. Y me da la sensación que vaya como vaya el Lotus lo exprimirá hasta el tuétano desde Melbourne hasta Interlagos.Un saludo
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