¿Y Ross?

En apenas unos días hemos podido asistir a las declaraciones de Michael Schumacher admitiendo que tiene intención de quedarse un año más en Mercedes GP, hasta la finalización de su contrato, vamos, y las de Norbert Haug (responsable deportivo de Mercedes Benz en la firma alemana), afirmando que no se esperen milagros, porque se necesitan unos años para convertir el cuarto coche de la parrilla en un monoplaza con opciones. 

A priori, la convivencia de expresiones tan divergentes en su fondo y forma, dan lugar a un escenario bastante complicado de digerir, porque si el equipo que dirige Ross Brawn necesita tiempo, el papel del Kaiser en él adquiere un sentido bastante extraño, toda vez que Michael fue llamado a filas para convertirse en el quicio de la operación de retorno de la de Stuttgart a la máxima categoría de competición tras décadas fuera de ella.

¿Sobra Schumacher en el proyecto? ¿Su contribución se ha convertido en un lastre? ¿Falla la confianza mutua? ¿Ésta ha existido realmente en algún momento...?

Se me ocurren un montón de preguntas más, que os ahorro, porque como la breve muestra que acabo de lanzar al aire, sé perfectamente que carecen de contestación inmediata porque manejamos muy pocos datos, y porque los que obran en nuestro poder son tan contradictorios como lo comentado por el de heptacampeón de Kerpen y por Haug, con apenas unos días de diferencia.

Así las cosas, lo único constatable es que ni Mercedes GP ni Schumacher están respondiendo a las expectativas levantadas cuando firmaron su cacareado enlace, hace ya año y medio, pues por H o por B, ni una ni otro han sabido estar a la altura de las circunstancias, ya que a mi modo de ver, ambas partes erraron en sus respectivas estimaciones.

Por un lado, Mercedes cometió una estupidez como la copa de un pino desvinculándose de McLaren a finales de 2009. Sé de sobra que es fácil decirlo ahora, pero también que es lo que hay porque los datos apuntan precisamente a que sin la de Woking y a pesar de contar con el Kaiser, la plateada parece una escudería mediocre en su segundo año en la parrilla. Demasiado tiempo, a todas luces, como para que no debieran percibirse ya señales no ya de recuperación, sino de auténtica capacidad competitiva.

Por otro, Schumacher cometió otra estupidez arriesgándose a dilapidar su curriculum en una aventura que tenía los pies de barro y que no le ha granjeado otra cosa que una larga ristra de sinsabores...

Llegado a este punto, confieso que sigo preguntándome por el papel que ha interpretado en el asunto Ross Brawn, a día de hoy, el único y gran beneficiado de todo este embrollo, aun sabiendo que como mis otras preguntas, ésta también tiene difícil contestación porque nos falta información suficiente.