Hace más de un mes que leo la misma frase y sé que todo va bien. Me basta, y me retiro en silencio dos o tres veces al día, si no alguna más…
Hoy me he acercado a por el periódico, como todas las mañanas, y Miguel (Míguel por aquí arriba) me ha sacado de detrás del mostrador la revista Grand Prix. Mira —me ha dicho—, ya no es Grand Prix Internacional, ahora es Grand Prix Actual… Ha habido rollos entre los periodistas que la hacían y la editora, y la han sacado solos. Es la misma, sólo ha cambiado el nombre… Le he comentado que ya lo sabía y él me ha dicho que se lo había filtrado un colega que frecuenta un foro donde andan algunos de los redactores. Yo le he contestado que a lo mejor andábamos por los mismo sitios (su amigo y yo), pero no me ha entendido.
El caso es que tengo el primer número de la nueva Grand Prix (os lo recomiendo), y tenía pensado reseñarlo buscando algún requiebro entre lo sucedido en Honda/Brawn y la nueva aventura de Manuel Vega y su gente, y en ello andaba cuando leyendo a Carlos Castellá he descubierto que mi idea era demasiado obvia y se había convertido en agua pasada. Tras devorar sus páginas, como siempre, tenía pensado apoyar la entrada de hoy en una metedura de pata típica de los maquetadores, pero un habitual del blog de David Plaza me destrozaba la intentona…
De nuevo, y como de costumbre… El pequeño, los suyos, y todos nosotros. Gilles, Elio de Angelis, Fernando, amores incomprensibles. Coincidencias.
La vida se abre paso y busca perpetuarse. Nada nuevo, aunque resulta reconfortante descubrir que hay cosas que no cambian. Uno (yo) busca refugio y abrigo en cosas y personas desconocidas, y disfruta y halla la tranquilidad cuando siguen adelante, cuando no hay novedades (nuevas, como dirían los más viejos)…
Recuerdo cuando allá por los inicios de la década de los 80 del siglo pasado, de camino hacia la Facultad de Bellas Artes, buscaba pillar uno de los dos o tres ejemplares de la inicial Grand Prix Internacional que llegaban a Bilbao y que amanecían en un quiosco de Deusto, único lugar de la capital vizcaína donde era posible concretar el milagro. Perdí algunas (pocas), lo admito, pero guardo como oro en paño el grueso de aquel pecio que me ayudó a aprobar la asignatura de serigrafía (otro día os lo cuento). Años más tarde, volví a descubrir el sueño; y a falta del número correspondiente al bochornoso G.P. de Indianápolis 2005 (a pesar de haberlo abonado y pedido a la editorial, jamás descansó en mis manos), tengo a gala disponer de todos los ejemplares editados, y haber traicionado por ella a F1 Racing (imprescindible durante la sequía).
No os aburro. Grand Prix ha sido alimento indispensable, sustento de mi alma formulera; lugar de debate interno, y de tantas y tantas cosas… Y ha vuelto.
De nuevo, y como de costumbre… Elio y la Grand Prix de siempre. Más y más coincidencias. Estoy tranquilo, el orden del universo se mantiene. No puedo quejarme, ni quiero, me limito a disfrutar del momento soñando que será largo.
PD: Que Dios os bendiga, cuadrilla, por haberlo conseguido y por seguir estando ahí, donde siempre. Charly, enhorabuena. Y David, un abrazo especial para ti, Cristina y los críos, y disculpa, porque ya sabes de qué va todo esto ;)
5 comentarios:
De nuevo, y como de costumbre... es todo un lujo leerte. Eso tampoco cambia nunca.
Sí, que no haya noticias son buenas noticias.
David ;)Para una contestación que he tenido no te iba a dejar colgado ;)
La lucha es hermosa, y más hermoso aún saber que no estamos solos, ni tú, ni yo, ni nadie ;)
Un abrazote gigante ;)
Jose
un placer de revista, buena buenísima...
;) ;)
Un lujo de blog.
gracias, muchas gracias
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