domingo, 3 de agosto de 2025

A 3 de agosto de 2007


Pues sí, fue un día como hoy de hace 18 años, al mediodía, cuando se me ocurrió publicar la primera contribución a este gigante que se acerca hoy a las ocho mil entregas, básicamente porque me gustan los jardines más que a un tonto una tiza y porque mis cuñados ejercían como tales durante las comidas y cenas familiares, hablando sobre automovilismo, ¡cómo no!, y todo porque consideraban que estaban bien informados pues leían la sección de motor en El País, el AS o el Marca.

A pesar de lo que cuentan por ahí, esto no era el reino del alonsismo, como atestigua la hemeroteca de aquella época. El clasismo y la carcundia formulera campaban a sus anchas y miraban de reojo al asturiano porque sólo había espacio para Michael Schumacher, acaso para la Ferrari del Dream Team y, obviamente, para un piloto de color que se había estrenado en McLaren con la intención de amargarnos la fiesta ayudado por la FIA, la prensa aliada y el apparatchik

Veníamos de que Whiting rescatara a Hamilton con una grúa en el Nürburgring y el aire olía ya bastante raro. Aquel viernes faltaba una jornada para que sucediera una de esas marranadas intolerables que los ingleses siempre olvidan. 

El sábado Lewis desobedeció a Ron Dennis y le increpó por radio «no me vuelvas a hacer eso en tu puta vida», toda una muestra de respeto. El Nano se hizo con la pole en Hungaroring, pero Charlie se la arrebató haciendo caso a la delación del papá del ahora heptacampeón del mundo y, sin tomar testimonio al de Oviedo ni permitir siquiera que se defendiera, se sacó de la manga una sanción que no estaba contemplada en el Reglamento (ni lo está ahora), y acabó relegando al español a la sexta posición de la parrilla...

El resto de esta historia lo conocéis de sobra porque habéis sido partícipes de ella en Nürbu, y está bueno saber que han pasado 18 años y continuamos divirtiéndonos.

Gracias. De todo corazón ¡gracias! Os leo.

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