Liberty nos mintió en 2017 y deberíamos llevarlo grabado en la frente como consumidores, como Joker ama a Lee Quinzel, sin vuelta atrás. Así, exactamente...
Obviamente las cosas se pueden hacer bien o mal, a fin y a cuentas todo es espectáculo, pero si prometes una cosa, por favor, sé consecuente y proporciónala, o al menos inténtalo como pago a la confianza depositada, no sea que toques las avellanitas del personal por faltar a tu promesa y la verdad...
Hasta hace nada esto era un deporte para adultos que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un desfile de Princesas Disney, cosa que no es precisamente lo que uno espera de un campeonato de carreras en el que, supuestamente, los mejores de la especialidad luchan por los puestos más relevantes, la cacareada excelencia, aunque la Normativa 2021 que se aplicó al año siguiente, y la que nos viene a partir de 2026, sugieren que la norteamericana sigue tendiendo alfombra roja a que una porquería pinchada en un palo se transmute en otra porquería mayor, que, sin mayor argumento que ser aceptada por la masa, continúa sin dar el mínimo exigible salvo que medie el artículo 33, manu militari, el trágala que dicen.
A todas luces las Sprint sobran, pero ahí siguen. También seguimos con auténticos trasatlánticos en pista, en breve ligeramente más cortitos de eslora, y lo que te rondaré morena con el tamaño mientras sacrificamos la labor desde el cockpit en favor de la aerodinámica y sus virtudes económicas...
En fin. Giuseppe Tomasi di Lampedusa alumbró el gatopardismo que hoy se usa más en alusión a la película de Luchino Visconti que al libro del palermitano. Sea como fuere, intuyo que el Príncipe de Salina se revolvería en su tumba, comprobando cómo las raíces importan cada vez menos y el peso de la razón actual está dominado por el infantil like y el adolescente follow.
Cambiar todo para que nada cambie tiene un calado destacable que también hemos perdido, pero aquí estamos, olvidando, olvidando y olvidando, sin mejor excusa que aplaudir a quienes hacen el agosto, porque los que se autodenominan entendidos en la materia eligieron hacer de coro y no bramar contra el sindiós.
Os leo.
1 comentario:
Jose, ya te dije en su momento que los coches son mi pasión más antigua, pero que también me gustan las motos. Ahora, cuando quiero emoción, veo carreras de motos. Y, cuando coinciden con las de coches, veo carreras de motos. La culpa, evidentemente, no es de los coches, sino de los tejemanejes que citas. ¡Benditas motos!
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